jueves, 24 de noviembre de 2011

parque en acción


Está triste el parque, está caliente. Es el parque en acción.

El pájaro que surge a caballo de una recta luminosa,
los setos de buen carácter que necesitan un corte de pelo,
los chuchos que corretean con la mente en blanco.

Hay un parque en Invierno y en verano, un tiempo relativo para cada lugar,
cada tronco, cada brizna de hierba empadronada.

La persona camina sin mirar el reloj. Va despacio y se para.
Acelera sus pasos cuando cree que aumenta la densidad del aire
(un pino adolescente atisba la figura humana y se ríe de raíz de su fragilidad).

Todos saben que la rosa quisiera proferir obscenidades,
a pesar de los enérgicos jilgueros con sus clases de canto,
de las magistrales lecciones de protocolo que imparten los cipreses,
en contra de su naturaleza.

Niños con zapatillas de deporte.
El polvo se levanta y es brevemente impulsado por una racha dominante.
Voces agudas que contrastan con el silencio de los bancos de madera.
Dos policías saludan en una estampa familiar.
La chica con el carro del bebé.

El parque tiene mañanas, tardes y noches.

De noche, alguien camina sin mirar, incrementa su ritmo hasta lo deportivo,
puede no llevar un arma.
En cualquier caso, es mejor no preguntarle la hora.

2 comentarios:

  1. Hola, Esteban. Me ha gustado este parque tratado como un organismo vivo. Un poema lleno de hallazgos muy afortunados, cosa que por otra parte es frecuente encontrar en tu poesía. Me gusta pasar por aquí.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por la visita y el comentario, amigo Ramón, algo que por estos lares adquiere categoría de acontecimiento.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Seguidores