viernes, 28 de diciembre de 2012

2km


A dos kilómetros de la fábrica, un hombre se desmaya acariciando el polvo;
dos jóvenes obreros que tienen prohibido ser humanos pasan a su lado
sin apartar la vista.

Las máquinas producen música celestial,
el humo de las chimeneas es más puro que el aire.

A dos metros del infierno, todo parece raro, demasiado silencio:
no hay respiración
que celebre el hedor invencible de la química.

La carretera apesta a gasolina y esperma.
Siempre es de día para el trabajo, una mañana luminosa y eterna.

Los niños nacen pese al hacinamiento de los bloques,
callan para escuchar el llanto de sus padres,
crecen como la hierba que desbarata la noche, aprenden
a tributar al cielo oraciones bastardas.

¿Cuándo fue que cesaron las contradicciones
y el hombre de negocios reanudó su marcha triunfal entre ruido de sables?

Oh, y cómo abundan los pájaros huérfanos de luna
-pardas legiones que invaden los tejados-
ahora que nadie mira hacia la altura con los ojos brillantes.

Ahora que el asfalto ha llegado a roer el pie de la montaña.






3 comentarios:

  1. No puedo evitar pensar en la adaptación de un relato de Bradbury que vi el otro día en la televisión cuando leo este poema tuyo, Esteban, puede ser el pesimismo, la ironía brutal, los coches, el humo de las fábricas. Los últimos cuatro versos los veo cercanos al universo de Lorca en Poeta en Nueva York.

    Un abrazo.

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  2. Bradbury... Un gran escritor, y un visionario. No sé... Ahora leo el poema así de una tacada y no me parece mal. Ayer le eché un vistazo y no acababa de convencerme, me parecía flojo y como deslavazado... Misterios de la poesía. Apenas he leído algún poema de Poeta en Nueva York, así que no te puedo decir si estoy de acuerdo o no con tu apreciación, aunque no deja de ser elogiosa en cualquier caso al compararme a un poeta que, si bien no está entre mis preferidos, sí que reconozco como grande. Yo es que soy bastante inculto, autodidacta probablemente en el mal sentido del término. Lector de novela antes que de poesía o ensayo. Al parecer, alguien dijo (alguien muy leído, supongo) que cultura era lo que se adquiría después de haber leído mil novelas. Yo no llevo tantas (tampoco llevo la cuenta) y desconfía de quien alardea de sus lecturas "milenarias". Aparte de que no es lo mismo leerse La Casa de Hojas que 14 (de Echenoz, un autor que me encanta, por cierto), ya que una tiene setecientas y pico páginas al derecho y del revés y la otra no llega a las cien. Bueno, no me enrollo más. Un abrazo y gracias por la visita y el comentario. Me alegro de que te intereses por mi pequeña obra.

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  3. Te aclaro que he mencionado esas dos novelas porque son las últimas que he leído y me venían bien para la argumentación.

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