martes, 4 de mayo de 2021

laura en la nobleza del invierno

 

Estatura, procedencia e ingenio. La victoria y su ética de la obviedad, una esfera
ingrata, el mundo sin aristas, el absolutismo
triunfante; ah, existe un territorio
comprensivo donde los números no dan y se pierde por la mínima, donde las calculadoras echan
humo y las bocinas no alteran el silencio ni la voluntad.
 
Fracasar y decirse y felicitarse
con un abrazo sólido. Hay una sonrisa que viene de la noche
perpetua, una cultura que sobrevuela todo el firmamento; fantaseamos con la noción del invierno, pero Laura.
 
Congratularse, poner las cartas sobre la mesa y respirar. Huir hacia el sur con las aves
y los pensamientos, pensar una parte cálida de la fantasía,
naturalizarse a la sombra de un cielo estrellado. En la hierba está el éxito,
yace la confianza, en el césped desequilibrado de las casas antiguas, en los anchos jardines
militantes, en cada única flor .
 
Venimos de la derrota y vamos hacia el sur. La Patagonia es un buen lugar. Será un buen refugio para el día D.
Nuestra leyenda es un balón de baloncesto que esquiva la línea recta de la realidad. Perdedores
que somos, gente de frontera.
 
Laura mide tanto que el cielo apenas se encorva para saludarla.
Laura ha ganado la partida, el partido; sube por la escalerilla del Arte, estrena habitación en la buhardilla
genial del poeta norteamericano; su estilo es una pirámide
bajo el mar.
.
Sabemos que el amor dura un solo momento en la filosofía,
compartimos ese sentido elevado de las cosas, ese sacramento inadaptado. Leemos
aquello que cae en nuestras manos. Contamos con ella, es nuestra ventaja; la palabra se rinde, el verso
asciende debelador e infinito, cabecea ligeramente
desnortado.


Stephen Howard, 'Raincloud Over Woodhill'

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