viernes, 27 de julio de 2012

de la mano de nadie


El hospital cerrado abre su boca oscura
y profiere en silencio el grito de un millón de gargantas.

Pasamos por delante de la puerta del hospital abandonado,
del gigante que fue un hervidero de furia,
el hormiguero donde, a todas horas, se cruzaban las espadas del destino.

De noche, una enfermera antigua, con su cofia ideal y su cara bonita,
con sus medias blancas y sus zuecos de marfil que no hacen ruido,  
recorre los pasillos mandando callar a los espíritus,
llevándose a los labios colorados el índice de su blanca mano derecha.

El hospital ausculta un pedazo de noche,
y trata de devorar la vida de los pájaros, de los insectos,
toda la vida que le incumbe, toda la que se le acerca
confiada y roja,
caliente.

Un médico enloquecido esgrime su entrañable bisturí
en un pasillo de la tercera planta
y convoca a la muerte. La muerte que está detrás de todo:
detrás de la enfermera y su rastro sanguíneo, del miedo, del dolor y del tiempo.
Un aluvión de muerte en cada hueco,
en cada sala de espera, en cada patio y en cada peldaño
de la escalera de incendios.

Desde que cortaron la luz, la escalera sube por sí misma
hacia el tejado perforado de angustia. Arriba
se oye un grito que viene de la boca oscura y entreabierta,
que sale de la boca y asciende caracoleando,
dando vueltas al espacio con su enfermedad latente
e incurable.

Porque un hospital cerrado es como un niño de la mano de nadie,
es el vacío que viene de visita,
como un hombre a solas con sus vísceras,
como una dimensión escayolada,
un hospital cerrado es como una mujer sin rosas en el pelo,
es una habitación con vistas al otoño.

Pasamos por delante del hospital antiguo cuando una enfermera
rompe la noche con su grito inaudible y un niño ciego nacido del silencio
se muerde los labios, a pesar de todo,
rojos.

2 comentarios:

  1. A estas alturas de la noche estoy ya muy cansado como para elaborar demasiado mi comentario, pero no podía limitarme a leer sin dejar constancia de que el pomea me parece una maravilla. Un gran poema, Esteban.

    Un abrazo.

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  2. Muchas gracias por pasar, Ramón. Lamentablemente, mi salud no es todo lo buena que desearía y me cuesta participar en los sitios, no acabo de sentirme bien... Te agradezco mucho el comentario y espero recuperarme pronto y comenzar a funcionar con normalidad. Espero.

    Un fuerte abrazo.

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