miércoles, 21 de junio de 2017

la verdad en un sótano de gotham


El verso había roto, era un verso roto y amputado, ¡pues se habría caído de algún árbol!,
oh, aquella rama salvaje. Jordan pasa, lo-ve. Hay un pedacito de nieve amalgamada en todas partes,
discretamente helada para no parecer mayor. Napoleón ha levantado sus cruzadas,
ha invadido Rusia y los soldados van vestidos de blanco, entonces
una muchacha (Jordan no es). Es inverosímil; ahora nadie se viste de blanco.
La guerra ha terminado.

Veamos: Ella Eyre canta todo lo que sabe. El interrogatorio del DJ. En un sótano de Gotham. Donde
los pájaros nunca han piado, donde los pájaros son murciélagos
sin alma. Digamos que el verso la incluye en uno de sus trazos más enérgicos,
pero Jordan no llega con sus uñas tuneadas, postizas como un ramo de claveles.

Verso a verso se va deteriorando el género; las palabras ocupan más espacio del debido,
se apoltronan en el autobús del poema y tienen a la soledad hecha un guiñapo, y al olvido lo tienen olvidado. Ha muerto
una rima de frío, no estaba en LA y los ángeles no la vieron morir. Tampoco Angel Haze, que disfruta de un sexto
sentido para advertir el alma, cuando vale la pena.

Jordan se ha declarado romántica bajo fianza, bajo el agua se ha confesado romántica y ha entonado una balada
casi perfecta con la voz puesta en pie: Even If. Y los trenes se han detenido a mirarla
y se ha detenido la sangre de sus venas férreas, muertas sus vías a ninguna parte, fuera de campo.

El ángel (Haze) sabe que no existe salvación fuera del Partido. Dios le ha confiado esa revelación
dominical para que la traslade con gran economía de medios a la entera población mundial (y sus espíritus). El Partido
es una iglesia metropolitana con su Predicador fascista y sus rehenes en fila
antes de recibir un tiro en la nuca. Resuenan los salmos pre(ten)ciosos y Napoleón en persona
asiste a la primera tanda de fusilamientos. Los cadalsos consisten en un árbol y otro más allá, todos gigantes,
y de cada uno de ellos pende una soga bien trenzada, muy sufrida (dicen que bien trenzada por el pueblo).

El verso formaba parte de los archivos más alocados del distrito; ungido de fragilidad, su encanto
era tan verificable como una entrega de armamento o un escupitajo torpemente
eyectado sobre la pulcritud amarga de la vida. En cada músico hay un poeta resignado, en cada melodía
yace el martirio de una esclavitud perversa.

Pero ahora los chicos se han merendado la pequeña sombra que hay en ti, Jordan. Tus piernas, tus pechos, tus manos,
languidecen como trenzas principescas, ¡ah, veleidosa Julieta! Tú amor es uno entre un millón de especies
del amor; serás feliz cuando tus labios sean los únicos labios (a qué maravillosa escala)
y tu romanticismo aguante impávido las traiciones de la noche, tu corazón
aguarde una epifanía bastarda. Porque dios habita en un tizón de sucia nieve inmaculada. También en ti.




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