miércoles, 3 de enero de 2018

underrated


El amor es una losa que nace de los párpados e invade la sequedad de la piel,
coloniza faringes y escala multitudes. El amor es un órgano de la melancolía, en el poema, suena
como se casca una nuez.

Trepar los árboles es necesario, hacer cumbre y dibujar,
escribir con letras de neón que se vean desde la tristeza.

Había una tradición –también oral– digna en su virtud ausente y, con buen gusto,
a ella se ceñían los artistas, doblados contra la obra, plegados o de hinojos, en helicópteros sobre el recuerdo,
bajo los bajos fondos abisales en busca del diseño inteligente.

Después de un verso, otro. Y está bien. Mientras la lluvia
ácida, el viento modular, la lengua hinchada del creyente. Flota la estantería
endemoniada, levita en su perfecta gloria, infunde respeto (y defecto): su defectuoso contenido, la combada
superficie de la vasta cultura.

El peón es la clave en el ajedrez y la vida. Esconderse en un armario (antes de que la expresión
ampliase su significado), huir de la moderna colegiala que seduce con grandes alharacas y peinados sublimes (pero
sin proponérselo). Es decir,
la poesía cuenta muslos con los dedos, habla con la boca llena de silencio.

Todavía no ha salido el ángel y ya es hora de desesperar 
a los biempensantes (y a sus madres). Puesto que se parece a Aa., sin duda su presencia enaltece y emociona;
aunque vaya un poco sucia y fume sin parar.

Y sin embargo El Parque ondula como un HydePark en lontananza; hecho a la fidelidad
flexible de la luna, se come los relámpagos y escupe rimas indolentes como un MC
subestimado.


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