miércoles, 4 de julio de 2018

profeta en el vacío


Es un repliegue, un trayecto cercano a la locura, que desemboca. El ángel
dobla las rodillas, se reedita hasta la parte en que pierde la razón. ¡Que sacerdocio!,
la locura. Tres corazonadas tuvo Destiny que la hicieron retorcerse y doblegarse, caminar erguida
como un águila en pleno vuelo, destronarse.

Un ángel siempre sigue el círculo máximo, la línea más corta y más hermética, la más intolerable, la que vincula y circunvala,
sigue el latido del horizonte, se pelea con la sangre que inunda el cielo
mixto del ocaso. Destiny sigue su ruta proteica, deletrea su encanto, hace gala de un vocabulario
industrial amasado en la deuda y la constancia. Ni un paso atrás. Sus ojos
trastean con el aroma oscuro de la tierra perezosa del Parque;
porque ha sido abandonado el radiante suelo de la naturaleza y hace falta barrerlo con atención,
lujurioso ánimo y asidua urbanidad, con dinamismo.

Volando en un cometa hacia el cráter o la revolución, despareciendo en el límite de sucesos de una singularidad
tan inocente como solo pueden serlo (…). Experimentar: un estiramiento hacia lo desconocido,
muerte y seguridad. El multiverso cumple una clara función
familiar en los sueños de la gente, ausculta con cara de póker; es la autoridad. Abre su abanico
y cada posibilidad vuelca su infamia en el cubo de la basura, su riqueza en el oropel retocado del alba. Pero los ángeles
anuncian, perciben un angustioso número de historias, una serie infinita de casualidades.

La poesía insiste –aunque fracasa–  
en asumir la vorágine, acaso ensaya una instantánea complicada del entusiasmo
creativo de la Vida, un pálido coqueteo con la cara oculta del mundo que no existe. La palabra es: incompetencia.
             Llegan los bardos aluniceros con la crisma rota de tanto repensarse,
curvan la traza del espacio concreto en que se remueven las ilusiones como un potaje de segmentos
unilaterales magníficamente delineados, cincelados con gusto y economía
tonal, organizados en bucles de árido contorno y simplicidad expresiva.
Llegan los bárbaros.

Destiny ha colonizado una franja geológica, con sus huesos marinados y su ardentía ideal. Anda
repartiéndose por multitud de estaciones seculares, muchas almas; arden sus pupilas y sus mejillas arden
de esperanza, y sus piernas son algo menos que la luz, sus labios algo más que la sed, algo que vierte
siglos de agua en el páramo hostil de la memoria, ciclos de fuego sobre el pulcro
mosaico del futuro.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores