viernes, 13 de diciembre de 2019

atentos a la caligrafía del espacio


Escribimos sin querer,
aupados en la sangre, escribimos sin parar. Tenemos
una máquina de escribir, una estantería y una genealogía ad hoc. Tenemos una estantería
plagada de títulos que no nos representan.

Nos representan iconos del hip-hop que abundan en comparaciones,
en sustituciones, en atentados líricos y deflagraciones del lenguaje.

Ahora suena Big KRIT, el sonido del espacio, la caligrafía del espacio, algo
intraducible, su vehículo es tan
vehicular, tan ventricular, sale del corazón, corre por las venas, es la heroína que corre por las venas del futuro.

Entre tantos árboles es complicado hallar un bosque
semejante, oportuno, en movimiento. Como hormigas, se mueven
las personas, los personajes de la simulación realizan un simulacro de incendio
civilizado: el humo no contamina el río de las almas.

La sangre no llega al río, se queda en el papel, no representa la herida, sino el golpe; hay una posibilidad
llana y simple de resultar útil, pero los consejos siempre están de más; la poesía
de la experiencia es un fraude.

Entra el Ángel, lleva una pluma en la mano, pero no de sus alas,
es una pluma estilográfica.

Estamos sin dinero y escribimos sin parar, el bosque no nos deja ver;
por nuestras venas se desliza un espejismo versal, nuestra fraseología, algo hueco y sin entorno,
así es la poesía que entendemos: fotogénica
y universal.



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