sábado, 25 de junio de 2016

primero es verde


Primero
es Verde
como se siente. Nada rebota, ni la luz. Melancólicas
tropas espaciales esparcen adrenalina sobre el raso pasto de la ingravidez. Es difícil
tropezar con la ruleta exacta, el número que sufre. Grava en todas direcciones, lenguas
gruesas hienden el verdor resultante, creado, desde donde un Ser astuto avizora y consiente,
duplica sensaciones y las arroja al vertedero de la información. Nadie más republicano, nada más americano
que un beso
ensordecido.

La tradición establece que han de darse veinte vueltas al campo de deporte,
que es un centro verde interesante, una pequeña mota de casualidad. Desde la altura, el verde
aplasta con su brillo como energúmeno, como parásito. Abrir un libro y declinar la invitación al músculo.
Retorcerse crudo, pasear la alfombra trenzada al pie del horizonte,
sumarse al paso de la luz
que rabia.

Después
la duda hace al Amor, moldea el cuerpo insatisfecho. Dunas de fragante
hierba, sólidas alamedas enunciadas por arcos y molinos; el griterío de la fascinación y el marco
tenebroso que siembra crímenes a media noche.

Tan hermosa como la madre hermosa de Marguerite
a través de cuarenta manzanas, distancia providencial. Efectos de la luz
en la música y otras ciencias, como la escultura de pilares. Un profeta ha contado la luz con sus propios dedos amarillos,
luego, ha desparecido en el nombre de dios.
Bien que haya el máximo de humo en los ojales, que se concentre
y abrume y no sea diplomático.

Después
el corazón haciendo añicos la mañana de mañana, sorbiéndose un limón de claridad.
Es su trabajo intenso y allí está,
ileso, sorteando el cáliz de una flor entre los huecos del rompecabezas. Así se escucha el ajuste
fino de la realidad, que rompe copas de vino blanco, un blanco titánico que no se reconoce
en la madera.

Hay un color nuevo en la ciudad. Las chicas lo llaman
Negro
porque hace milagros con la sombra de una cerilla y su eterno potencial: o es un arte del futuro.
La Musa se parece a la madre de alguien, es bella hasta la intolerancia y canta
más alto que una diva del soul.



Matt Black


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