miércoles, 26 de marzo de 2014

crónica


            Lejos en el cristal se halla
            su preciosa forma de ser que casi nadie conoce

La sociedad es un corto recorrido por la boca del dragón,
el humo que no deja ver el magma se eleva en turbias avalanchas,
el volcán se ha cronificado como una enfermedad sin tratamiento.

Los chicos destrozan bocas de riego con enérgico afán de sus zapatillas converse,
pero no conversan entre ellos:
brindan el silencio de sus corazones a la nueva violencia que los acoge en su seno.

            Ahora hay un tren de cristal en su sonrisa

La gente es perezosa aunque siempre lleva prisa por llegar a alguna parte,
disimula su ignorancia y su mala fe, mira de soslayo. La gente es propiedad
de los tratantes que subcontratan almas lácteas (de color) en la parada del autobús,
almas trágicas que disimulan su extraordinaria palidez
o se mueren de hambre.

Cuando las almas se quedan en los huesos, llegan los capataces
cada uno con su altavoz y su libreta, que a veces es azul.

Las chicas -baila que te baila, brilla que brilla- tienen miedo de la paz social.
Prefieren un conato de revuelta. Una revolución de baja intensidad, solo hasta el sábado.
Por algo prefieren trapichear con el ácido y los huevos todo el día en el parque,
así todo el día paseando a los perros peligrosos que las escoltan,
todo el día fumando sin parar de fumar.

            Su espejo es un cristal harto de luna

Los hombres se pelean por las tardes detrás de cualquier sitio, rompen botellas
y se lanzan ciegos contra las paredes. Suele quedar sangre por el suelo
que al día siguiente ya no está.

Ella vive así. Su preciosa forma de ser es una suerte, una puerta al paraíso,
la llave de la casa de pinturas, la del sótano alegre. Por eso, cuando se siente más bella,
se mira en otro espejo y conquista el reconocimiento amargo de todas las mujeres.

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