jueves, 10 de enero de 2013

tenacidad


            y sin embargo
            aún
            se fatiga la rosa
                                                                                                                                

De corazón,
se confundió la rosa,
y fue su decepción como una sombra en el portal del cielo.

Gemía, rota, pero estaba en silencio,
ardiendo sola, generosa y libre;
            la rosa que burlaba los océanos y agostaba los vientos
            con su tersa palabra.

(Tenacidad. Define una flor.
Y muéstrala; y dásela a cualquiera que no esté
            ahora o nunca.
Tenacidad es la flor, ahora y siempre.)

No pisaban ya las dulces plantas de sus pies la roca,
que ni las botas militares arrasaban la verde suavidad del prado,
¡ah!, pues no corrían las zapatillas voladoras por el plácido asfalto de la urbe,
ni se arrastraban los enfermos hacia su velatorio.

Un niño que soñaba, soñó que daba un salto y no caía más,
un salto místico y no tocaba el suelo: ya caminaba sobre las aguas.
La ingravidez era otra propiedad humana como la sed y el hambre.
La soledad, una virtud de nombre imaginario.

                

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