domingo, 17 de enero de 2016

jordan mira al cielo


Cañonean las bases, remix de Mr. Green, Apollo Brown, Nth Wonder. Para consolar el hambre,
una ráfaga de música local. En el local, el humo de la hierba discute con el aire,
hay unos sándwiches de ayer encima de la mesa, restos
de cocaína o speed, chicharras por el suelo. La melodía es el colmo, viaja de sillón en sillón, se amortigua y vuelve,
dobla el cuello y sale por la chimenea, brinca por los tejados
a su ritmo mercenario. La urraca despabila y vuela rumbo a su tesoro, tanta armonía la pone nerviosa,
prefiere el silencio de la naturaleza, su zumbido cruel.

Es una mezcla de todo en un discreto y machacón estilo rupturista; calibrar, hay que calibrar,
medir las fuerzas y romper con la rutina. El baile es lo que tiene, que se enfrasca. A este lado del parque, en esta ciudad
alarmante las sirenas riegan la noche con su matraca poderosa, el sinsajo de su ingenio. Un brillante mockingbird
repite el primer audio hasta el mínimo detalle, fisgonea forjando una alianza
dañina con el ruido de las máquinas y el detector de señales de otro mundo.

El espacio funciona en oleadas: aviones de papel. Jordan hace la ronda por un lugar que no estaba previsto,
no figura, indescriptible. Gris dos pasos por delante, gruñendo sotto voce. Muchachos de aspecto
zombie y flores para el pelo. La luz ha cogido vacaciones, inflama
un rostro y se deshace de él, muestra un parador de sombras, se confiesa ante un mártir proletario.

Problemas pasajeros expuestos claramente desde los balcones, bajando por una cuerda trenzada,
su peso sobre cada centímetro cuadrado de piel centelleante. Una solución desesperada y otro marlboro entre los labios;
ron y comida para llevar.

El tiempo se ha remetido la camisa en los vaqueros para estar presentable: llega tarde, aunque
está vacunado de espanto. Jordan mete la nariz, pero no juega con las cosas de comer. El pasado avanza
como un cohete revelación, ha recorrido un año luz para volver sobre sus pasos
y rectificarse, es ahora un manso futuro lleno de incógnitas despejadas, el puto mañana de la humanidad
saliendo al paso de las murmuraciones. El tiempo es una esfinge que aparece en la televisión
con cara de asco; así como la policía finge tolerancia antes de disparar al aire
y matar a otra criatura feliz. En el descarrilamiento de las oportunidades late la maravillosa feria de la contrariedad.

Música y creación. Nada que envidiar a las grandes firmas, con sus grandes superficies
estelares. Nada que poetizar sino el estado nocivo de la atmósfera, la roña
de las situaciones, el maridaje perfecto de la miseria y el orden. Hay una estrella aún: a ver si brilla esta noche perfecta.




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