lunes, 4 de enero de 2016

la facultad de las cosas inútiles*


Ella había estudiado en la Facultad de las Cosas Inútiles. Allí aprendió.
A realizar un plano artístico de las situaciones,
a movilizarse en plena crisis. Su delicado cuerpo era entonces un terminal de nervios demasiado sensibles,
un pozo con estruendo. Aprendió a callar y a mostrarse indecisa de puertas
para adentro, a componer una estampa y a esquivar los dedos
largos de la felicidad.

Entre todas las ciudades -incluida San Antonio-, entre todos los lugares, los barrios, las avenidas -incluida South Presa
en San Antonio- fue a parar a otra casi desierta en otra parte. Dejó
atrás la memoria de los días atrapados en cápsulas de engaño, las diferentes celdas de castigo
ordenadas de mayor a menor rango. Algo de amor inesperado.

Algo de fe. Una ficción defectuosa, exigua,
que rimaba con el latido de su corazón o con el vuelo de un águila
real; también el eco mínimo de la confirmación, el desenlace previsto por los torpes oráculos
o el mago de la televisión por cable.
Estudió la historia de los damnificados -un término piadoso- por la intrusión cibernética, los últimos enfermos.

Ahora, Jordan deambula en círculos cada vez más específicos
en torno al centro cambiante, casi rectangular del parque. El parque donde varias ciudades esconden
rascacielos y plazas infinitas, hectáreas de aparatosos comercios,
cabinas especiales para vender el alma después de haber rezado -¡reza lo que sepas!-. Un Caribe
incesante hasta el cielo de palmeras victorianas, únicos candelabros,
mocasines y cosas de comer.

Roedores gigantes, intrusos penetrando por la ventana del sueño. El sueño agobiante y sin entorno
de la gloria y su nula garantía. Ella en su lecho de rosas, puesto en práctica su pensamiento oscuro;
un arma pedida por correo, y el cartero que siempre pasa sin llamar a la puerta.

Es un arte. No querer morirse es un concepto madurado al sol inapelable, diseñado en una caverna de lujo.
El desayuno es para Gris, el hambre para ella. Solo los dibujos
animados en su mente conspiran para declarar la paz. Hay un estado de excepción en el ambiente,
una guerra menguante que no desaparece aunque los ángeles sostengan lo contrario
y no disparen ya sus cañones de espuma.


*’La Facultad de las Cosas Inútiles’ es el título de una novela de Yuri Dombrovski.



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