martes, 22 de octubre de 2019

la sonrisa del shock


Hay dos clases de artistas: nosotros y todos los demás.
Porque nosotros hablamos del amor.

¡Y si fuera cierto que Destiny® encontró a su poeta? Esto es lo que ocurrió. Esta
es la historia. Él la encontró y entonces

             [cosas que –dicen que– pasan
             nada del otro mundo
             así por las buenas
             como era de esperar]

se enamoró de ella ¡sin que mediara una sola palabra!, sin que ella entreabriese la granada
boca ni exagerara un solo gesto, ni asentase los velados cimientos de una leve sonrisa.

(Pues no) él no andaba encaramado a su árbol del Parque,
ni recorría el andén echando humo,
ni sentía la tierra adornándose a su paso.

Fue por el evangelio de los ángeles, su tentación
anímica, su eucaristía tan cara y tan expensive, su mala cara, la mala cara que te ponen. Un ángel
es como un maestro Zen, te saquea y te espabila, sus manos son armas
de próxima generación, sus pies son kárate,
sus ojos lanzan ondas gravitatorias.

Y el amor… ¡es tan estrepitoso!
Parece tímido y es un caso clínico, parece entrar en shock,
pero se anima y burbujea como la humilde contraportada del bestseller, como un palacio
soviético o una conspiración de astronautas.

Porque su historia es un fundido en negro, una negación
sobresaliente, el primer espejo que conoces, la parte dura de la vida,
(el arte).


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