sábado, 26 de octubre de 2013

cuando sonaba el amor


Nas suena a una forma de nostalgia,
a Coko y sus amigas de gira por el parque y sus locales mágicos,
pieles enérgicas invadiendo la historia, voces líquidas.

Oh, las chicas por entonces decían con franqueza no al amor,
ni eran románticas. Sus pantalones cortos declaraban esos muslos sobrenaturales;
aunque hablaran de dios, sus labios prometían el dulce beso del gueto.

Coko está que trina, lanza un arco iris que nadie puede parar.
Esta mujer es un incendio. No parece un ser humano en sus propios términos,
en carne y hueso, y luz. Demasiado perfecta para tener un número
de la seguridad social. Apenas vocaliza su aliento, el universo calla;
sus manos interpretan un solo arrollador.

La fuerza del recuerdo abusa de su encanto. Las chicas asaltaban los oídos
con una introducción a su pasado, tan tradicionales.
El parque se rendía a sus piruetas exóticas, su anarquía inconsciente.

Nas toma impulso y enciende otro habano para romperse la voz,
suena melancólico, como si su estribillo fuese a delatarle
ante un tribunal sediento de lágrimas.

Coko sonríe y mueve el cuerpo con el ágil volumen de su boca.
Calla porque conoce su estatura real, su genealogía
hasta llegar a la raíz de todo el calor,
el corazón del espejo, la fuente del verdadero poder,
la belleza más honda que pueda imaginarse como una verdad impredecible.






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