viernes, 7 de diciembre de 2018

el derecho a decidir


La crítica se moja la punta de los dedos de los pies; nos explica
una historia de superación, cómo los grandes nombres realizan sus hazañas, su literatura productiva,
protectora y rechinante: y lo hace sin música de fondo. El escritor doblega el lenguaje
a fuerza de relatar condenados conflictos, de confeccionar el retrato minucioso de la gente que toma decisiones
deshonestas. El genio nos descubre (que): hay gente que adopta decisiones deshonestas y se toma licencias personales.

Entonces, todos aplauden la realidad y sus connotaciones. Oh, el crítico se entera de algo, alguien le ha abierto los ojos.
Ah, es alguien que no ve.

Por ahora, el poeta no tiene quien le dicte un párrafo inocente
capaz de retumbar en la bóveda del ramo, de negociar con la rapiña un módico convenio. Se trata de ver
anochecer con la mano en el pecho jurándose una ración de amor.

(Esta imagen)

Un Ángel sentado cuidadosamente al borde de una nube de papel, un rayo
caudaloso sorteando las formas inmóviles del ser, su cultura real. La belleza de su rostro imperfecto, directamente
oscurecido por las divinidades; pues ella ha inspirado
cierto equilibrio en el lenguaje del vacío, ha pronunciado la única frase
que describe al detalle la suerte de la tierra que se pisa, del agua que replica su montura salvaje.

Aterrizas en el Parque y Destiny supone que emites un aviso, (eres) parte de la troupe religiosa cargada de libros y sustancia
que viene a desertizar la economía, a clausurar la hierba. Su poesía
interviene para restaurar la debilidad del consulado celeste, su perímetro crucial. Su corazón esgrime
anchas cualidades de nobleza, rasgos interiores de inusitada cordura, líneas
de esperanza.

Pero la obra ralentiza el tiempo entre sus páginas, concluye con una invitación al desahogo, tiraniza los párpados. La obra
prosigue su andadura especializada, diversifica objetivos e inculca
un máximo de productividad a sus arcanos lectores, gente comprometida con la velocidad y el ensayo. Es tan rentable
como un proceso judicial, como el arte y su patrón de oro, tan rentable como el dólar y el petróleo; es un milagro que avanza
porque nadie lo ve.


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