domingo, 4 de septiembre de 2016

a su lado, un ángel


Decapita un pensamiento claro, una idea del tiempo,
fruta que pelar deprisa. A su lado, alguien que no está, no sufre.

Cuando los niños iban al colegio, un aroma temprano ceñía las habitaciones,
se incrustaba en las tazas de café. El asfalto prometía pereza, dedicación y lunes de recreo. Ahora
nadie cede el paso, los aviones no aplastan el sonido
ni la cordura deja de rumiar paquetes de esperanza.

El primer suceso es fundamental, el momento –excesivo– en que se iza una bandera
para siempre, sin aplausos ni clavos en el pecho; el himno
es fúnebre, el estado, imperfecto. Un peso a marihuana y sudor estropea la beneficencia, corta la balada,
pero las monedas siguen tintineando al caer, el humo continúa con su idolatría. No es preciso
encender un habano y regar con sangre la moqueta enlutada, basta con recitar
un salmo específico, un poema de miedo. Y el universo
trina, sepulta su estocada penosa. Como amanece de veras fácil, luego la noche abunda
en la materia y se decanta.

El paraíso
era un tremendo escorzo natural con sus visiones, la nieve y todo
el mar. Y todo el mal. Una concentración de permanencias. Nada que perder. Al parque lo que es de dios, la cenefa
burda que resume el cielo, el horizonte que encadena fracaso tras distancia. Esa condición de estar alerta
y conceder pasiones al espíritu. Palabrería y zonas de control; la envidia por doquier, alanceando
almas hechas a la geometría de un lenguaje puro.

Quizás haya canción y el ambiente conciba su remate,
tal vez el verso se humille de nuevo en su presencia. Jordan. Va con su estilo y sus antecedentes,
sabe que la felicidad es un movimiento de cadera, esta diminuta confianza
en el gesto. A su lado, un ángel.

Dentro del misterio están los personajes de una vida, se insultan y se aman,
doblan la voz para escapar de sus fantasmas, encienden
velas en medio de la calle. La violencia es parte del reflejo consciente, pero ella solo ve
la apariencia del arte que escala vientres empotrados en la hierba,
cuellos de porcelana. Y se desvive. Por dibujar la arena del futuro con un tallo de luz.




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