sábado, 6 de marzo de 2021

quién sabe

 

Esta sordera de la noche oscura. Ahora el alma
encaja un gancho perfecto sin inmutarse, todo le cabe entre pecho y espalda, le cabe un universo
observable, la expansión entera de la sombra original.
 
Esta física todo lo complica, todo lo altera; alteraciones catastrales a escala
global tienen lugar a cada instante: dios no da abasto. La vastedad del panorama
atribula y congela el pensamiento común. La comunidad pensante, las máquinas pensadoras
del futuro, los Ángeles todos hirviendo de algoritmos
inusuales.
 
Ah, es poco probable que existan los agujeros de gusano. Destiny® cree que no, pero nadie
sabe si sabe de lo que habla. Tal vez haya suerte y el expediente Navidson
sea la norma de la naturaleza, tal vez en el último sueño de la Humanidad volvamos
a nacer.
 
La belleza se nos va de las manos, ha crecido hasta convertirse en un sintagma
tóxico, la verdad, sin embargo, decae y parece una sección agónica de la forma. Maduramos
en el jardín de infancia que es la vida (según la literatura comercial). La soledad
es la solución, el único proceso elegante que nos resta.
 
En nuestro óvulo galáctico viviremos felices,
ebrios como góndolas, súbitos como golondrinas aporreando cristales blindados. Seremos
partícipes del escándalo de la resurrección infernal; vendrá el Arte a cogernos de la mano y habrá
médicos como furias, medicamentos óptimos,
cataplasmas unifamiliares.
 
Esta mudez del cielo encapuchado. El alma padece la bulimia
de los campeones, su neurosis abarca una opacidad de frecuencias, un desarme
colectivo, la profecía y el éxtasis. Siempre nos quedará la funesta esperanza
de una muerte sutil.



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