domingo, 14 de abril de 2013

hablar de...


No es lo que es, no todavía. Es lo que no se nombra, no se dice
(no se ve).

Es esto o es aquello, es otra cosa. Pudiera ser que fuera, pero no.

Quizás, tal vez un círculo, tan nítido,
el núcleo giratorio incandescente.

Un diluvio de fármacos no es. No puede ser que sea y sin embargo
no es tampoco una sombra,
ni un hipódromo.

No es una sábana santa con el rostro impreso de Rosario Dawson.
No. Que no es una flor al uso, ni siquiera con las piernas quilométricas,
zapatos de taCón

            es el amor minúsculo
            sin músculo
            una estufa encendida
            una fruta madura

                        (es un tronco cortado
                        medio vivo                 
                                                           es un árbol del pan
                        el ave
                        del paraíso)


Dicen que es otra cosa y es más fácil.
Que, buscándolo, alguien no lo halló.
Y algunos saben que ella lo tenía guardado en su cajita: no lo enseñó.

El amor paseaba de la mano
del fuego (odio); como hermanos de sangre, se tragaron el muro del espacio.
Aquel día, el amor le dio una rosa
a la chica más tímida

-se rozó la clausura del entorno-

                        fueron millares los ojos a la fuerza
                        tan familiares en el espejo roto
                        escépticos del todo no lo eran
                        creían en un trozo del jardín donde crecían puntos suspensivos

No es una macarena con el rostro divino de Rosario.
Apenas hace cosas imposibles,
como desaparecer

                        o del estilo
                        de llevar universos en el pelo
                                       
No tiene ropa sucia que colgar en el porche
ni se pone una máscara. Baila, pero agarrado, agarrándose al baile fiero.

O cuando sale en las fotos, pretendidamente ausente.





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