Rama es una muchacha de verano para un ambiente frío.
Una hermosa mujer (de sangre azul).
Ella es la leyenda.
Solamente ella desenterrará la espada y pinchará al dragón en las costillas.
Solamente ella hablará con la bestia.
Pues mantendrán un debate económico y así se salvará la economía.
El dragón es sabio, sus recetas son dolorosas.
Es sabio, pero expresa un punto débil: la belleza irresistible
(algo así de la moderna colegiala, esta vez sin los muslos a estribor).
Tensa ella. Tensando un arco iris con la flecha del tiempo,
blandiendo la catana de Bill,
parloteando por los ojos duendes.
Rama es en el parque de hoy que parece un cementerio.
Su pelo es un objeto, un artefacto de azabache.
Dando una vuelta (sin perro), ligera sobre silenciosas zapatillas rojas,
las faldas a merced de la corriente, el pie que se adivina.
Con una primavera en la sonrisa que no tiene lugar.
Precavida y casi miliciana, el pañuelo envolviendo su cabello de ángel,
llena de soledad, como una virgen.
Solo ella, ella sola en el mundo. Ella sola sin mundo alrededor.
Rama en la sombra de paseo por el parque.
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