lunes, 29 de noviembre de 2021

remake*

 

Destiny® ―anticolonialista― mira en la televisión su serie favorita: Reservation Dogs;
las estatuas que respeta tienen los pies de barro.
 
Dios ha desviado unos rayos
ecuestres, ha inyectado en sangre los ojos de la tierra; preparándose para un apocalipsis
de verano, otra situación
embarazosa.
 
Nativos digitales, nativos
americanos, la natividad de nuestro señor, cierta natalidad desenfocada y masiva
que avergüenza. En la pantalla, coches de segunda mano, países
ocupados y paisajes contra la imaginación. Oh, la vida es dura en la Reserva (más que en la reserva
federal), no hay espacio para la danza.
 
Notas de la buena weed interestatal; los marcianos
se han merendado la nostalgia y el tiempo recicla los pecados de la noche
anterior; todo sin malicia.
 
En los ojos de la tierra se refleja una seducción
peligrosa, como la recreación incoherente de una escena de Matrix 
o un scalextric de pánico bifurcándose en plena narración. Miseria y realismo por duplicado
ejemplar, ejemplaridad instantánea, oraciones
subordinadas a una creatividad
ombliguista.
 
Aquí está Destiny® desnaturalizada (WTF?), diplomada
en sitios libres, organizando una yincana de seres voladores.
Esta fraternidad de las corrientes de aire
trae muerte e inacción, gente sin seguridad social.
 
Bienvenidos al capítulo siguiente.
 
.
 
*Remake es el título de una novela de Bruno Galindo.





viernes, 26 de noviembre de 2021

enfurecida

 

En la ola gigante del pasado,
sobre su cuerpo de memoria usada,
su curva general, incorruptible,
y el veloz movimiento de su drama,
el diálogo que guarda con el cielo
azul en el idioma de la infancia,
la roca que se arroja a la cabeza
y el pecho del futuro que la para,
en esa edad mil veces repetida,
mil veces muerta, muerta y enterrada,
entre tantos secretos ventilados
al aire fresco que la luz consagra,
tanta felicidad, tanto destierro,
tanto tiempo mirándote a la cara
y viendo amanecer como si fuera
el día de hoy el día de mañana.
 
Sobre la elipse más determinante,
llega, indeterminada, la palabra,
desnuda bajo el frío intermitente,
despierta en el papel que la idolatra,
en el muro pintado de penumbra
y en la pared obscenamente blanca.
 
Hay un vaso de sangre que te espera,
una copa de vino ensangrentada,
bébetela y escribe lo que sea,
escribe con las manos a la espalda,
los ojos bien abiertos por si acaso,
la boca, en todo caso, bien cerrada
que en el silencio la verdad se anuncia
hermosa en su legítima distancia;
no dejes que la sombra se apodere
del luminoso cuenco de tu alma,
aprende a distinguir entre la bruma
la forma más exótica del agua,
la posición escénica del arte
―que apenas se distingue de la nada―,
la fórmula radiante que resuelve
el color enigmático del alba.
 
El verso se enfurece en las cunetas
y baila por los campos de batalla,
tiene un largo historial de sepulturas
y una pequeña historia de venganzas.
Versos a la cabeza de la tierra,
en la primera línea, la más alta,
donde se besuquean las heridas
y los nudos más prietos se desatan,
donde silba el acero de la muerte
y tocan a rebato las campanas.
 
Palabras que no riman con el mundo
porque el mundo no rima con la magia,
silencios que se caen por la escalera,
gritos que hierven en la boca helada,
versos que dicen todo lo que saben
pero no saben todo lo que callan.

 

sábado, 20 de noviembre de 2021

diciembre

 

Diciembre ha plegado sus alas
en el décimo aniversario de la noche. El cercado
remite a un cielo infinito.
 
Desde el rasante oblicuo
de la hierba puede sentirse el vaivén, el viaje del espacio. Hasta un norte
dorado y tan cercano como un espejo
donde las gotas de lluvia tuvieran
su hogar en la palabra.
 
Tosen los árboles su catálogo de hojas,
destellos que verdean anunciando el soborno de la luz; oh, hay
un extranjero en el paisaje:  
viste como un príncipe,
pero no pasa nadie.
 
Llueve sobre la playa
mínima que ha creado el feliz trasiego de los párpados, sobre los tejados aupados
en el tiempo que contempla su futuro con arrobo.
 
Nada como la soledad para sentirse
al margen de la esencia, la intimidad de un verso para verse rodeado de nubes,
aro de sombra que rueda
y se contiene.
 
 

**********

 

Pájaro de curvas alas,
embalsamado de espacio,
¿quién te ha visto en las aladas
cumbres sepultar el canto,
 
desentrañar madreselvas,
unir ramos derretidos
de rosas en pie de guerra
con relámpagos nativos?
 
Esta sombra que amanece
en tu garganta y se anima,
ávida muerte que siente
la gravedad de la vida,
 
es la misma que hace al verbo
retroceder por los ojos,
besar la piel del desierto
y en la luz tocar el fondo.
 
Viajas por fuera del aire
acelerando el futuro
y el cielo en tu voz se expande
hasta repoblar el mundo.


jueves, 18 de noviembre de 2021

bellísima inteligencia

 

Circunstancias
bellísimas, una inteligencia
supernegligente jugando con las negras (hasta 50 simultáneas en 50 universos
parcheados). Diferencia temporal, tanta
como un siglo demasiado profundo (tanto como una vida
de estricta duración).
 
1) la pena de las circunstancias 2) lo circunstancial de la existencia
3) los poemas urdidos en la desmemoria 4) las trabas de la gente y 5) los delirios
de flaqueza.
 
Este delirio es (o está en) la Poesía, linda al Este con el Arte,
al Norte con una posesión indescriptible.
 
Este verso se te ha ocurrido a ti. Se te acaba de ocurrir, es bueno ―bueno,
parece mejorable―, es una ocurrencia, algo que linda con la insensatez pero
acribilla, da sombra o ruge
como una mariposa enchironada.
 
La gente obstaculiza los pasos ingratos del alma que le interesa. Ese amor
alto como un farallón indescriptible
al Este de todas las canciones.
 
Otra forma de morir. El poema se muerde las uñas, se ha comido los ojos de otras personas
y ahora ve menos que antes, no reconoce
las cordilleras del Atlas e ignora el nombre del pájaro que sobrevuela
la luna del espejo.
 
¿Quién eres? Hacia el núcleo intransigente de la industria pesada,
su traqueteo íntimo que apenas incomoda, va concibiéndose un verso sin límites.
A pesar del tiempo.



lunes, 15 de noviembre de 2021

algo de claridad

 

Artículos y proposiciones medio
honestas, 46 poemas y una canción de despedida, es el método autista, la genuflexión
adecuada a la magia. Aquí, fuori le mura, o en el desierto,
cada verso carga con una cruz insignificante.
 
                Laura. Salta. Acto de fe, digno sin más. Su boca
fomenta un retroceso estelar, una conurbación de las señales del cosmos, ah, un verbo arrítmico
y anotador.
 
Dentro de la belleza de la mañana
sorprende el recital de la naturaleza muerta (es un joven poeta laureado); Laurel & Hardy
multipremiados ambos, ambos recitalistas orgánicos.
 
Restitución o demencia; esta fauna de términos tan sin sentido como la vida misma:
así se inculca el vicio solitario de la asociación fonética, el eco grandilocuente y sus recesos.
Llega el momento del baile, las entradas están
a la venta, pero no quedan entradas y hay que bailar bajo un manto lunar
lleno de lamparones.
 
                Se mueve con torpeza, su altura
recibe demasiada luz, su felicidad es parte del aplatanamiento colectivo. En el poema número
veintitrés la lírica alcanza su patente, es un paquete bomba
lexicalizado, un plato de pollo al curry con arroz marca acme.
 
Estamos publicando algo de claridad,
unas gotas de funk de pronóstico zombi, una buena recopilación de aquel sello
automático de los años ochenta con sus metáforas de bolsillo,
su irresistible acné y su indisimulada
perfección.



sábado, 13 de noviembre de 2021

capítulo de sal


Puede definirse la distancia como el eco difundido desde el punto central
exacto de un círculo de tamaño indiferente. El dolor podría definirse
como el centro indecoroso de una vida de duración aleatoria.
 
Paseamos por el Parque detrás de un sinfín de seres alados, vigorosas ardillas
adictas al rock&roll; los senderos no son tan luminosos, las vías giran impávidas hacia una nueva
religión. En la lejanía circula un expreso
con los camarotes vacíos, sus pasillos son puertas a la negociación del infinito, soluciones al archivo
indefinido del (en voz baja) expediente Navidson.
 
El campo se extiende sincrético (sin crédito) y aledaño por una división de universos
distantes unidos por un decadente cordón umbilical a la
metáfora más radiante de cuantas hayan sido formuladas por la literatura (uf!). Ramas de semejante exceso
poético actúan en defensa de la honestidad del Arte, simulan una colusión de intereses
con la melancolía.
 
Aquí (y allá) Laura anda concibiendo un mensaje probable, arrugas nublan su frente
blanqueada, su pecho inaugura un capítulo de sal, la nieve
funda la maravilla de un crepúsculo intacto en cada uno de sus músculos dorados.
 
La forma del poema es lo de menos, todos se parecen en el aire que respiran,
en el viento que moldea su cabello sangrante, la coraza de signos que defiende su pureza
o la terquedad de su desesperanza. Ahora el tren va
deteniéndose con parsimonia y encanto. La distancia es el último recurso de la noche
que aletea al otro lado del mundo.



martes, 9 de noviembre de 2021

pecados de juventud

 

La Resurrección de los planetas, la esquiva y recta
alineación planetaria. Emily es famosa, su verso se contonea, es un modelo
de metódica aflicción (se desconocen las variantes, los ascendentes no se monitorizan). El verso
permanece a la espera, emboscado en su cuartilla en blanco
monoteísta.
 
Fortaleza necesaria, aire protector; el cielo
profundiza en las relaciones de pareja, a veces llueve en la claridad del personaje (o del paisaje),
a veces la lluvia arma un estropicio y termina por desvanecerse
como un fantasma inteligente.
 
En la entrada de la cueva hay un letrero que especifica las contradicciones, avisa: PROHIBIDO ASCENDER.
Son las distracciones inherentes al hecho diáfano, diario de vivir. En el barrio
los anuncios han dado paso a la violencia controlada, los gritos y las llamadas
a la movilización secular.
 
Ladrillos y baldosas proletarias, andamios a domicilio, el pan nuestro
de cada viernes noche en la ciudad actualizada, con su frío juvenil y su cadavérica
noción del tiempo: algunos se desinflan por completo como si anduvieran por un espacio diferente,
no comercial.
 
Al grano, Emily ha resucitado en nombre propio, su poema
resiste el deterioro cognitivo de la edad y el clima. Ella está muerta dentro de la nube, dentro de otro cuerpo.
Solemnemente alzada entre los muertos, alza la mano y se postula, ha vuelto
a ganar el certamen más boyante, su obra ha sido
publicada en los periódicos de mayor tirada, brilla como un profundo azul después de la catarsis,
es la silueta del arte después de la verdad.



domingo, 7 de noviembre de 2021

sin ganas de vivir

 

Retazos de inoperancia, peces
extraordinarios por fuera del agua; la vida va por fuera del bolsillo como un órgano
sexual o una clase de surf.
 
No se puede ser (y además). Resonante, organizado, no se puede ser (feliz). Gente que se precipita las pascuas,
gente de órdago provista de sus facultades
mentales, incluso con un proyecto vital definido por cientos de profesionales de la salud
mental.
 
La coherencia está sobrevalorada, está
minusvalorada, está tasada en su justa medida (todo a la vez). El milagro
por ejemplo es un pez fuera del agua
boqueando exhausto y previsiblemente moribundo
como un ganador del nobel.
 
Se siente el vértigo de la bajeza moral, esa desertización con consecuencias
emocionales (y sus libertinajes). Cuando llegaron los ángeles
se produjo un vaivén ―se produjo un avión― y las casas bailaban bajo un estruendo accidental.
 
Lo raro es que un poema atine a respirar, que hinche el pecho y que sus pulmones
balanceen un volumen incierto de aire, que el oxígeno
genere la mítica supervivencia.
 
Todo es un presente de poca monta, escaso
relieve, algo que se va futurizando, un futurible en conserva; y cómo se derrocan los solsticios, cómo
culebrean las estrellas, se anulan como materia y antimateria, como el rock y el punk, el soul
y los días laborables.
 
Hubo un milagro, pero fue un acto reflejo de la última noche, la patadita
del bebé, un acto de rebeldía contra las dulces ganas de vivir.



viernes, 5 de noviembre de 2021

vísperas

 

Llega la caravana de la navidad
investida de un heroico signo de admiración final, fatal, tan en mayúsculas como el nombre
de dios, cruje como el dinero que no tienes,
como el pan que recoges del suelo cuando te sientas a la mesa del señor.
 
Hay una religión de las causas perdidas, pero no genera
beneficios. A ella se apuntaron Keny y Albertine; ah, ambas conocían los trenes,
su seguridad nocturna. Dentro de un tren se produce una ventriloquía de las mejores y empiezas
a recitar poemas del averno, cosas de Rimbaud.
 
Alcoholizados todos, celebramos
el día propuesto por las autoridades, nuestro reflejo arrasa con la luna cercenada del estanque,
fijo en los escaparates y las puertas blindadas; ¡eh!, sobre los villancicos (como siempre/como nunca)
suena la voz de diva del soul de Olivia Dean: su trenza
también trenza silencios especiales.
 
Se produce un parón estacional pasivo-agresivo y todos vuelven a sus casas, incluso
Laura vuelve a las costumbres de la astronomía, se reintegra al estrellato
de la vida retirada y su familiaridad
inunda los recreos de los niños, te asalta por la calle y ocupa un lugar en tu descanso
(se levanta de la mesa antes de terminar de comer).
 
El poeta se ha parado en un banco y alguien le ha dado limosna, no es que estuviera
pidiendo pero la historia pinta bien, es un lujo
que puede permitirse; de fondo, un coro de voces infantiles rompe la simetría entre sueño y materia,
clausura el registro pormenorizado de la soledad.



miércoles, 3 de noviembre de 2021

a mil euros la verdad

 

Nos autodestruimos. Zombis con vaqueros andrajosos a mil euros la unidad, (¡quítaselos!). Rascacielos
montañosos bifurcan el horizonte, estratifican la contundencia del espacio, se consolidan. El Jefe
de la M ha ganado las elecciones, pero no se presentaba
ella, así que habrá que repetirlas.
 
El poeta lee las aventuras del adolescente
Savenko en una reestructuración de su propia personalidad. Ah, el socialismo
en un solo jardín.
 
Bandadas otoñales
riegan la sombra con su aguada repentina y cortoplacista; camiones que pasan
rumbo a una península de tedio, sin música ni radiactividad.
 
En la música todo ha cambiado; ahora se escuchan
los pasos en falso de la distancia desde un norte global que desconcierta. Vuelve el siglo XXII
con su influencia gripal, su destronamiento inmediato; suena a un infinito cuarteado que no dura lo suficiente:
es tiempo de morir.
 
Esta canción dura lo que vale, son tres minutos y medio de reindustrialización sentimental,
tres minutos que personifican un baluarte inexpresivo, como una fase REM actualizándose
al ritmo unánime de la próxima ovación. El teatro ha encontrado por fin una actriz a su altura (es una jugadora
de basket).
 
La gente no comprende que las melodías son estrictamente contracturas del aire (o del arte). Podemos
tomarnos en serio las ganas de llorar, podemos
autolesionarnos  o tomar grandes cantidades de barbitúricos, mirar la tv. hasta que nos retransmitan
hacia la eternidad. Oh, será como volver a desintegrarse en un verso
que no dé que pensar,  
uno que nadie haya escrito todavía.



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