Ella en su cama de más de uno noventa, su religión de más de un solo dios.
Fingen
sus manos vicisitudes y gestos, su nombre finge la inacción del
predicado, su misma inclusión
sonora ―qué impacto.
palabras y versos heptasílabos, se le caen las esdrújulas (porque pesan)
y los pies
quebrados. Todo para ella, para que se sienta como en casa.
siempre hambrientos, esa clase de fauna principesca. Todo lo Real. Hoy ha
pasado
el cadillac inmaculado del KRIT: es como un coche
fantasma, de su interior brotaba una música carcelaria.
comparativamente, ojea otro poema hecho
trizas por el tiempo.
mecidas por el viento.
artificial al servicio del od/cio. Todos aman su altura y su ignorancia,
su estilo y su forma de caminar. El verbo
alza la voz para nombrarla.
completo para cada ocasión, para cada boca delirante. La televisión brillando
por la noche como en poltergeist,
dando vida a la nostalgia, recuperando
cáscaras de amor del cubo de la basura. Y ese cuerpo replicante obrando
su milagro
desde la residencia de su anciano corazón.
Oliver Clegg (2013) |