Es importante no acumular sonrisas como billetes de banco,
cortar una secuencia de los cielos,
amar con instinto.
El sufrimiento es un arcón celeste
y, sin saber por qué, es una pertenencia,
impertinente, rancia,
que fomenta el abismo en la arquitectura de los corazones.
Los héroes no sufren,
se vuelcan en el acto permanente,
prefieren conmover a conmoverse a la vista del mundo,
sobrecoger a sentirse sobrecogidos por un espanto sencillo;
el resto no termina de aclimatar su latido al rigor del presente,
no consigue acuñar sus intenciones,
sus escenas son tibias e imperfectas del todo.
Solo ciertos poetas se devanan los sesos pensando qué no hacer.
Eludir el trámite fugaz de la belleza
es como inventarse de nuevo aquel monstruo real,
tener miedo a la luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario