jueves, 31 de enero de 2019

producto editorial


La lírica x la lírica = 0(poesía). Cero poesía y una legión de espectadores de otra
línea expresiva, una conmoción de críticos (más de doscientos) enhebrando la nostalgia y el desconocimiento,
la tirantez de un desaire controlado. Y cómo monopolizan el espíritu,
ridiculizan el arte que no se les impone.

Respiran una barbaridad. Su desprecio de manual, sin manual de instrucciones, un menosprecio
artístico, motorizado, violante. Ellos arbitran y menean el ambiente, la multifactoría del desánimo, el grotesco
foro masoquista.

Nuestra poesía es una chica a la que todo le falta; le falta:

             el lenguaje
             la manzanaenvenenada
             gran parte del mundo (que no existirá más)

Nuestra poesía es un cero a la izquierda del cero absoluto; oh, resulta
tan violento y desnaturalizado, tan inquietante. Una mañana te levantas, una noche te acuestas y resulta
que te han estrellado contra la pared (de la noche) como si fueras un globo lleno de pintura abstracta.

Te comes unos aros de cebolla, te comes unos calamares, te comes un donut de chocolate,
te lo comes todo y no revientas, te comes las comas, los puntos y aparte, el espacio entre L.&Spak…, las plantas
carnívoras que decoran la oficina de tu jefe, las nueve plantas del edificio donde
se agita la golfería editorial.

Cero poesía y una legión de estrellas adictas al ensayo
verticalizando el procedimiento; una extorsión de poetas de culto, cultos y aprendidos, cargados en un simulador,
hologramas fatídicos, fehacientes, felibres (nada fondones, estilizados estetas).

Escuálidos poetas nuestros, delgados como lobos
urbanizados a marchas forzadas; nuestra fortuna en el río que pasa sin contraste –sin contarte–, perdida para siempre.



Tomoko Imashiro

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