Ahora.
Ellos profundizan.
Hablen de sí o del Pato Donald, lo hacen con propiedad.
Sus poemas son parcos en palabras, que no en significado,
su elegancia poética no necesita metáfora para rebosar.
Además, son sencillos como pastores,
como pastorcillas ellas, modernas hasta la fermentación.
Existen dos presuntas vías de supremo ahondamiento,
dos soluciones complementarias,
dos opciones de matriz conversativa,
una tiene que ver con la ignorancia, la otra con la máxima certeza.
Ellos preguntan poco (de tanto que han leído),
por contra, levantan la mano en clase y se postulan
para dar aliento a la cosmología o resolver controversias filosóficas.
¡Oh, sí!, ellos con sus robots excavadores ultra-silenciosos,
nosotros a pico y pala.
Nosotros a pico y pala, los supurantes callos de las manos
reventando máquinas de sangre. Nosotros en el hoyo;
rebuscando en la basura.
Ahora sí.
La profundidad es efecto, la causa está en la lectura minuciosa de sus contemporáneos.
Nosotros no leemos poesía, o leemos a Hernández como a Whitman
y los demás que leemos, como a Keats. Los leemos a oscuras,
cuando ellos encienden velas de cumpleaños y despiadados focos.
Preferimos la novela, pero ellos leen novelas escogidas.
No damos con la forma local de la cultura. Somos planos orfebres,
artesanos del yunque, trabajadores metidos a notarios.
Ellos nunca se manchan los zapatos. Utilizan sondas espaciales,
batiscafos, realizan prospecciones con penetrante ánimo,
no desfallecen bajo el peso lirondo del saco terrero
ni exudan nimiedad.
Ahora.
El verso ha de ser corto,
aliñado con cierta incertidumbre,
contenido de pura contención.
Profundo hasta la amígdala del aire.
Statik Selektah 'Play The Game', ft. Big K.R.I.T. & Freddie Gibbs
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