lunes, 6 de febrero de 2012

cadáveres que vuelven de la guerra


Cuando se muere el día, ya está muerto,
lleva hombres muertos dentro de la boca.
Amanece y, al rato, me despierto,
anochece y me acuesto. Es lo que toca.

Cuando la luz del día llega al puerto
seguro de la noche, toda es poca.
Poca luz para tanto mar abierto
embistiendo feroz contra la roca.

Llora la luz del día por mis ojos
inyectados en sombra y, casi ciego,
a cántaros de sol, mojo la tierra.

El día ya está muerto y sus despojos
son gotas en el mar que gritan ¡fuego!,
cadáveres que vuelven de la guerra.

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