lunes, 25 de abril de 2016

okupar


Okupar una casa en el fondo del lago.
Defenderse del alba. En la emoción del contrabando, la hoja perenne de la poesía; en el estrado,
Jordan consume tiempo de reforma, recita una postura,
orla su onomástica con unos años más. De repente el poema es para ella y se le acerca
a tiernos ripios, trompicones, a selvas y construcciones superfluas. Se ha edificado una cabaña a la orilla
del lago y nadie para por allí que no tenga una buena razón para caer.

Regresar al momento en que el alma maquinó su parricidio por primera vez
y luego era ectoplasma liberado, un coágulo bajo la lluvia –como siempre, cálida. Puesto el ojo
clínico del artista sobre la presunción de la gran obra maestra, su génesis octogonal (¡ah! y fotogenia aparte).

Jordan se lava las manos en la charca o usa un lienzo renacentista para secarse los dedos de los pies;
cuánta herida lleva de andar por casa, descalza entre los matorrales, por esquivar
las zarzas y llevarse a la boca una mora deliciosa, recolectar el polen: esto es, fumar como una chimenea
y leerse una novela (no en su lengua materna) mientras aprieta la nostalgia y el búho rompe el equilibrio de la soledad con su bestiario.

Arde el capítulo primero de la noche; un tercio rufianesco parlotea en un terrón de azúcar,
sus palabras llegan por la vía rápida, aun ahogadas por la música
que brota del espacio en blanco. Los héroes se han visto nacer unos a otros, han ideado mil maneras de matar.
Lentamente, la luna se aproxima a la mirada del perro; hay una humareda francesa que se confunde
con las nubes gordas. Keny suena en el teléfono y las paredes
borbotean de grafiti y variedad. Ahora, todo sangra hasta debajo del agua, es un mar rojo como el recuerdo de otra vida triste.

El poeta se mueve para que no le acierten con los cantos (¡son de atrezo!).Pero la belleza
informa de varias infracciones: alguien ha mentido a su familia en el peso de diez gramos, alguien ha soñado
sin moverse del sitio. Hay que anotarlo lejos de toda duda, que sirva de escarmiento a las generaciones
venideras, que se vea cómo el último verso ha labrado –por los aires– su fortuna.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores