sábado, 25 de agosto de 2018

metamorfosis


Dos puntos: el aire escupe sombra, los pájaros
inundan. Flojea el tiempo, pasa tardo, insolidario. Como siempre, un rectángulo de hierba,
el escenario futurible; sobre la mesa, el pan de ayer, el periódico, en cada plato hondo, la noche vuelta en sí,
plateada y segura. Toneladas de acontecimientos, kilómetros de lluvia, el calor, solo
dentro de los cuerpos, solo en la sangre.

Se presiente una actualización. Tiene lugar una descarga positiva, hay un acuerdo, se trata de algo tácito,
la metafísica del vacío posada en un espejo que no ofrece soluciones,
demanda su espacio literario.

             A través del fuego o el silencio, el poeta divide su conciencia:
             el verso es un cuchillo afilado en la tierra, forjado en el escándalo de la soledad.

Castillos, monasterios, dobles torreones que rozan el vientre acuoso de las nubes
con un haz de banderas sonrientes; la tinta se abre a otra dimensión que procede del sueño; el trámite es, por fin,
un trabajo extraordinario, hace falta recordar el oficio, encontrar el arrugado prospecto de la realidad.
Por el claustro, bajo sus lúcidas arcadas, copia exacta y fundamento,
corretea el eco de la redención. En el jardín, un vestido blanco, un balcón subterráneo,
prendas inmaculadas que el deseo brinda al corazón impaciente, al talento que explora los cimientos del arte,
su acerado antagonismo constructivo.

             Es entre dos almas que se enciende el retrato, cobra vida la solución
             formal, rasga el papel con furioso impulso ético, disminuye un concepto
             para afianzar el dinamismo de las descripciones más arriesgadas,
             luce su capacidad de obra e ilumina el mismo sol que florece a disgusto
             en el pasadizo discordante de la insinuación…

Ahora. Surge el mejor comportamiento de las frases, las palabras acentúan el contacto, arden gargantas
y dotaciones de aliento; en su alcoba imaginaria, una Princesa vacila, difiere la ondulación de su cabello oscuro,
forcejea con la memoria de sus padres; lleva una herida en cada mano,
el brusco estigma de la historia salvaje, ve la luz, gira hacia la luz y vuelve a replegarse,
descansa su imposible corona en el regazo de otra invicta primavera.



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