jueves, 12 de marzo de 2020

a la celosa tierra


El alma se me sube a la cabeza,
se me va de la lengua el ser humano
y a manos llenas, de tu blanda mano,
vuelo al encuentro de tu fortaleza.

Eres la Primavera que chirría su acento,
que verifica el tiempo y siembra su futuro,
un águila afiliada a la Liga del Viento,
saciada de aire puro.

Con afilada espina de diamante,
atraviesa mi alma tu letra milagrosa,
que a mi alma le queda como un guante
el nombre de la rosa.

Tu cuerpo encadenado a la celosa tierra,
tu espíritu llamado a la ambición del fuego,
mis dientes como dientes de una sierra
mordiendo el polvo con impulso ciego.

Deshojo tu misterio, cada página en blanco,
tu verso es una sombra que no me da la espalda.
Desgarro mi silencio, ¡me lo arranco!
y me rompo la voz que lo respalda.

Se me viene a los ojos tu estampa compasiva,
el cromo de tus labios se me pega en la boca,
tu imagen ¡está viva!
como una flor nacida de la roca.

Pues simplemente eres,
en esta habitación o al fin del Mundo,
allá donde con otras te confundo,
aquí, donde perduras y no mueres.

Tan cerca de mi pluma
que tu llanto emborrona mi cuaderno:
no hay un verso tan hondo que tu llanto resuma,
ni se puede abreviar lo que es eterno.

Tengo el pecho anegado de eternidad y olvido,
mi tiempo es una historia que zozobra,
un sentido que nunca se recobra,
un hallazgo que he dado por perdido.

Tú sales del olvido, pero recuerdas todo
el pasado que fluye,
el caprichoso modo
en que la desmemoria se construye.

Ya mi alma desciende de tu seno
hasta la soledad de su pasado,
tan ajena a este mundo desolado
que a la celosa tierra la encadeno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores