martes, 23 de septiembre de 2014

un beso para ser


Un beso para ver el mundo de otra forma, de otro lado, al otro lado del fuego, donde las palabras no queman.
Un beso en el centro probable de su alma, un beso estático, egocéntrico, uno de buenas noches para empezar el día.
Para empezar soñando.

Este es un amor sin intenciones, siquiera ambiciona una tristeza distinta, un acto de coraje
ofrecido a otra vida, una palabra en el lenguaje exacto de los corazones, una palabra limpia
que perfume los labios al soñarla y se pronuncie despacio en el silencio de las nubes, que caiga como  la lluvia
empapándolo todo de su esencia.

No hay futuro para un amor así, que se aferra a la raíz del pecho con tal de no asaltar la voz,
que se abandona lejos de la luz del alba, a la mayor distancia de la belleza esculpida en la lejanía del tiempo.

Hay una voz que canta en su lengua privada, delicada. Una voz que ha sufrido y es, por cierto, hermosa y delicada.
Hermosa como un beso a la entrada del parque, hermosa como un cuadro de Alex Katz,
como el recuerdo de un sueño indecible. Ella que no merece el engaño ni la rabia de este fatigoso escenario,
sino un infinito manto de estrellas sobre el pelo y una mirada llena de cariño en el blanco de los ojos.

Ella con su nombre pequeño y dulce, tan completo, casi el nombre de una estrella:
una que no haya parado de brillar desde el principio. Junto al río viendo pasar la vida con los pájaros,
perla de inmaculada mente. Hay un silencio interior para la música que se abalanza sobre un corazón en llamas.
Tan preciosa, su esfera de pensamiento avanzando entre la ruina de las ideas del siglo, delante del amor.

Ah, del amor en llamas, en su sonrisa, dividido en dos labios que se besan. Demasiado calor al fin,
demasiada luz para que crezca el verso de la tierra, el sentimiento que invade las conciencias como un Napoleón empecinado.
Se habla de un sentimiento poderoso que atraviesa océanos, cuánto más cordilleras urgentes, anchos deltas.
Un sentimiento capaz de revocar el mito y hacerle frente a dios con un ramo de flores, con un libro.

Sería justo amarla con la fuerza del viento solo para que viera el mundo de otra forma.
Sería justo cambiar el mundo solo para ella.




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