sábado, 25 de enero de 2020

toda la eternidad


Toda la poesía: variaciones sobre la ley y el orden. Presentamos
el poemario completo, las terminaciones de la soledad. Esta es nuestra
desinencia, nuestra descendencia, un panfleto descoordinado.

Ya es hora de subir al tren, el hosco de la aurora, es tiempo de matar el tiempo
de una vez. Vuelan las noticias, la claridad
retrocede como un toro en el ruedo, contras las tablas, contra las cuerdas como un púgil
veterano –Ali Bomaye!–, el verbo es un párrafo
borroso en la pantalla del cielo, las sirenas aúllan
incontinentes.

La fiesta acabó ayer. Siempre es como ayer; cuando las cosas se acaban, y se acaba la fiebre, y
la comida se pudre, y solo queda una cajita de silencios
como bombones de café, color café.

Emilie se acuesta mientras la vida ocurre bajo su pequeña
sangre de mujer; y los versos se tuercen empapados, las escaleras viven, son
una república, el jardín es un mundo en otro mundo, los jardines son francamente estrechos,
oscuros, y de ellos brota el agua potable que absuelve a los planetas.

Un vagón que se aleja
y, dentro de él, una nube, un reloj de pared, una lámpara votiva, y dentro de este sueño
una voz que se aleja, un recuerdo pegado a la pared, una sonrisa antigua.

Ángeles que bizquean y rezan el rosario. RgM entre todos los Ángeles,
destacando en la ciudad con su chándal brillante, su redoble, la potestad de su cabello hilado, sus dedos
pulcros, diminutos, cumpliendo su ley de hierro, toda ella
motores y milagros sucesivos, milagros que echan humo por la boca
y remiten al último estallido, el grito unánime de la eternidad.



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