viernes, 3 de septiembre de 2021

horror vacui

 

Oh, florece la distancia (su fondo azul); esta vía férrea que acelera el cansancio,
ruta del silencio que desemboca en sus ojos. ¿Podrá el Amor? Superar el conflicto, entregar el testigo
pese al espacio (ensordecedor). El tiempo ha transcurrido sin dilemas, concertando
recuerdos y vistas panorámicas.
 
El tiempo no flaquea, rompe en todas direcciones y siempre
encuentra escapatoria; va detrás de tu sombra como un detective siniestro.
 
Mentes capaces de imaginar el diámetro de la galaxia, el gran atractor y su abstracta
geometría, pársecs y dársenas de ultravacío, dispuestas a idealizar quarks encadenados
en racimos lunares, pensamientos herméticos y razas
alienígenas.
 
Como manos proclives a la consideración del éxtasis y la palabra, exclusivamente
adiestradas en el verso y la fisonomía. El poema supone una separación improcedente, el punto de locura
entre dos voluntades agónicas, es el mesías de la equidistancia. Aquí
fluye el lenguaje con destino al exilio, la luz
constituye un equipo intocable.
 
Altos voltajes, sufijos necesarios. Laura escribe en alguna lengua adormilada, se le duermen
los verbos en la boca como anestesiados por el hambre, como pequeños dioses
seducidos por la música del viento.
 
                Su estatura se advierte
a través de cordilleras andinas, túneles
cuánticos y sofocantes estrechos. Establece la máxima resolución de los satélites, el dogma
de la mecánica. Su Amor fluctúa y se concentra junto al amanecer
más puro de la tierra.


Mimura Haruo, 'Morning Sea'

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