jueves, 23 de septiembre de 2021

uno contra uno

 

De la belleza, ¡habrá que defenderse!, habrá que rodearla
como si de un pozo se tratara, de un abismo, de un loco con un arma. Si hasta un niño responde
con hostilidad y angustia al trato con el Arte, al roce
ardiente de la Poesía, le lastima
su jactancia.
 
Será que Laura no sale en la novela de tapas
amarillas, que su rostro no llena la pantalla, ni amanece nimbada en el acueducto de las apariciones,
que no es un personaje terrible ni protagoniza un vídeo triste de JP Cooper,
será que su alma es tan bella como una afirmación desesperada.
 
Abrazamos el bucle y su geometría,
dos cruces de caminos, dos dilemas flagrantes, una doblez endiablada: dos poemas o dos
versos consecutivos, ligeros, no dosificados
sino enteros de la cabeza al pie de firma, ambos
rubricados por un meteoro indetectable.
 
El Arte nos asedia con su filantropía y su réquiem,
su fentanilo en vena y su recargo, sus manecillas incendiarias, indiciarias de un tiempo
combinado.
 
Ah, la belleza nos agrede desde su economato estético; Laura
oscila como una llama entre dos corrientes de aire, como una dama preparada para el baile, la esperanza
o la estupefacción, su cuerpo redoblándose
a la luz del espejo, un jeroglífico de piernas y sonrisas
imperfectas, de manos y ternura
y párrafos perdidos en un libro amarillo que no trata del Arte y apenas ha empezado a odiar
su eternidad.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores