Todo
es nación.
El
aire que agita su bandera azul,
la
tierra apelmazada,
la
mística tenacidad de las hormigas,
el
aliento de un árbol.
Todo
es reino, reino salvaje.
La
cultura es un mono haciendo patria,
golpeando
con su estaca podrida
(de
los cráneos, brota un manantial de sangre amarillenta
para
infectarlo todo con su espuma).
La
lluvia, en absoluto delicada,
el
viento, en absoluto delicado,
dos
países en guerra contra el mundo.
Toda
la gente que rueda por el tiempo
sin
prestar atención.
Todos
contra mí -nación de lobos-,
que
ya no sé qué hacer con esta independencia.
EL poema me ha transmitido una sensación inquietante, una amenaza e incluso agresión hacia el diferente, o quizá el individuo que pretende seguir siendo individuo libre. Quizá lo he malinterpretado, pero eso es lo que a mí me ha transmitido este poema que, por cierto, me ha encantado, por su enorme fuerza y capacidad de sugerir. Buen poema, si señor.
ResponderEliminarUn abrazo, Esteban.
Reconozco que es un poema extraño, bastante neurótico. Estos últimos que estoy publicando están escritos un poco demasiado rápido, casi a vuela pluma, como decía en "el diálogo", dejándome llevar (se ve que, a la postre, he acabado imponiendo mi voluntad, je).
ResponderEliminarCelebro que te haya causado una buena impresión, amigo Ramón, y te agradezco enormemente la lectura y el comentario.
Gracias y un abrazo.