sábado, 23 de febrero de 2019

obras de naturaleza innecesaria


Lírica firma una declaración expresa de inutilidad pública e innecesariedad; todo lo demás
yace sobrante, abrasivo, enervante y molesto,
modesto también.

Lírica surge como de la espa(l)da del Ángel, nace como un ala
siniestra, un aleteo introspectivo como de murciélago
febril.

No abusen de ella, no consume sustancias poéticas,
su droga es el mensaje, su medio es la retransmisión, su elenco se pudre en las estanterías.

Lírica fracasa a menudo en su crescendo, dormita sobre una pila de libros
estirados; odia. A la poesía hay que odiarla en un sentido doméstico y frugal,
sin pasarse.

Pasen y lean. El poema es antinómico y aeroespacial, es un mejunje, una putrefacción de las neuronas
propias del estilo. Acrobático, se acicala en un palacete
rococó, rumia como un infante, intercede poco, pero intercede.

La polémica está servida. Lírica sufre su inacción y el acoso laboral de la obscena narrativa, con su sexo
irascible y su preponderancia carnívora. El espíritu vuela, pero a nadie le importa. Está
visto que los personajes no tienen la culpa,
tampoco la banda sonora, que es un destello insignificante, mas universal, lanza
partículas descatalogadas con incesante suspiro, égidas en suspensión.

Otrosí: no produce, es improductiva según el eje real; no disputa
el título con la energía decisiva imprescindible; su cutis supura la grasa del milagro. Ah, es un Ángel
con la cara sucia de no haber.

Declaramos nuestra inmundicia privada, sana en un sentido
sano, elegante, la vergüenza que nos impide: el odio que nos asa lentamente
a la parrilla de la televisión.


#dutchessofsussex

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