viernes, 19 de abril de 2019

¿quién sospecha de una máquina feliz?


El universo conspira para desaparecer. En su exigua ventana de oportunidad, Jordan, en medio de una ecuación
temporal sin resolver, sospecha de su cuerpo. Máquinas
por todos lados, máquinas extranjeras, también máquinas felices. Ahora nada funciona,
ni siquiera el río que rodea el vecindario, que camina dando un rodeo (ya huérfano de puentes),
tan esperanzado.

Hay túneles donde residen los murales de Darger, sus niñas calcadas del espejo,
su negación. La ciudad es también extranjera, también es una ciudad feliz
con su río redondo y sus enormidades. Edificios difíciles, unos fatalmente derribados, otros finamente construidos,
su esqueleto radiante, normalizado; entre las ruinas un microcosmos fuera de la realidad,
complejo y fuera de serie, pequeños animales que van proporcionándose a la penosa escala de su esfuerzo.

Donde veas un Ángel; sigue su ingrávida espuela, que allí se abrirá el mar y las aguas voltearán su contenido de tierra
fértil, su muesca de huesos y cadáveres, de cruces y destinos. Destiny
mira el mar con estos ojos dobles, vidriosos e irreales, mientras
escribe otro capítulo de las memorias de la fe, memorias de una lucha ordenada. Hay hasta un spin-off del Amor
que se vende a un precio compulsivo, por una dote;
por el Amor se ofrecen reinos, orbes lujuriosos, universos en pie de guerra,
explosiones discretas se desatan en los confines del dogma, al límite del tiempo.

Ser eterno es una revelación, consiste en un remedio, poesía + otros escenarios: coros celestiales (Keila Mumphord,
Taylor Nevels, Chamille Boyd y Jazmine Thomas, además de Kiandra y de Kaye Fox). Toda esa maquinaria
espᴂcial, ese contubernio del escándalo, esa manía de dios.

Dios nos exhorta: ¡nombrad el mundo! Es una suposición exagerada, dios ni pregunta ni atiende, no está. El poema
cumple su objetivo en el reducto ciudadano, bajo la mirada trivial de los supervivientes,
hijos de la propiedad privada frustrados por la falta de cariño, héroes de las teorías del apego. Pero
el Arte inquiere y se rebela, se contempla en el escaparate, digiere el monopolio de la escasez, se indulta,
deferente, y exige su tributo de enfermedad y gloria.

Jordan wuz here : donde lo ponga o lo deje de poner, donde se vea (el azul), desde qué riguroso
burladero; no pasa de ser una afirmación condescendiente, un pedazo del soul de los domingos
olvidado en el surco de partida, un trozo de carne para la nochebuena del milenio, una sanción ideal, el diagnóstico
efímero de una deidad acobardada.



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