viernes, 29 de noviembre de 2019

esta es la escuadra universal


Inmóvil
sobre una nube recién pintada. Destiny® es su instructora. This is the Squad.

Sin destino, la gente y sus contubernios. El poema
retiene líquidos, tiene los bulbos hinchados, los ganglios
inflamados, consta de dos tubérculos y varios recipientes, estrofas duras como pan de ayer.

Suena la batería, pero no lo es, es una cacerolada en su apogeo;
en el Parque se escucha un eco sideral, un ligero estorbo bullicioso, por la Avenida los autos
ronronean y asustan a los niños. Hay un Ángel nuevo en la ciudad, pero ya no hay ciudad, ni clima,
ni ambiente que allanar, ni pastillas para la tos ni contrato en prácticas,
ni siquiera hay un abecedario real.

Lo dice el libro; la protesta
comenzó como una protesta y siguió como un solo de batería del demonio. Se desplegaron
las banderas, las pancartas, se desplegó un arco iris y una especie de bandera
negra, hubo tormentas y reacciones alérgicas, hubo poemas escritos por Emily Dickinson
y poemas escritos por sí mismos en el barro, nombres
rehogados en agua bendita, pronombres estelares.

Daniela se queda quieta y no hay manera. Mueve un poco el gesto que renace. Renace
como una muñequita de porcelana repintada con cariño; te mira y no sonríe,
mira de reojo con la sonrisa para adentro, de vuelta a casa (se ve que está aprendiendo a volar). Dice que viene
de un país de ciegos y cuando la miras de nuevo ha cambiado de vestido, de postura, de luz.

Suena un verso tan pequeño que inspira
confianza, tremendas soluciones. Ahora ella es la reina pero nadie lo entiende:
cabe en el paraíso, y es bastante. Tiene un corazón que no late y un ojo clínico para la revolución.



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