miércoles, 13 de noviembre de 2019

oráculo


Ángeles no tienen
sentimientos ([b]ellos poetas). Surcan la memoria inscritos en la lumbre, su vuelo es germinal
y femenino, su cumpleaños siempre es otro día. ¡Eh!, su belleza se mueve,
ondula como una llama invisible, trama un sepulcro sin idea
de dios.

Ha verificado la noche; Destiny® doblada sobre sí, contra sí misma, deportiva y maternal, íntegra. Sus manos,
que tanto han glorificado, sus ojos, que tanto se han girado
hacia su alma, su alma, que tanto se ha medido
con la luz.

Destiny® sentimental, reina de lágrimas y cicatrices,
segura de su falsa humanidad. Rasga el corazón del mundo, su espada es la más fina, la más
dulce. Y la sangre que forma ríos de sangre, caudales clandestinos,
y arroja gotas de oro a la fuente de Castalia
                                        (se contorsiona y hace subir la temperatura del arte).

Tan emocional como una fruta
madura, como el espíritu que retoña en el recuerdo. Ahora el poeta fuma
y presiente, siente todo el tiempo, no deja de confirmar su idolatría: olvida el trueno y escucha otro reclamo
persuasivo, mira a través de los cristales rotos, lee
un diario vivido a dentelladas: amará a su prójimo la próxima vez.

En la segunda línea de la Avenida,
donde el fuego se resiste a perecer, crecen bibliotecas
enceradas, encerradas de por vida en el futuro, su color es el propio de la rosa dentro de la tierra,
su oficio es el color del río,
la efímera plata de la noche insensible.



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