miércoles, 17 de junio de 2020

la canción del verano es un poema genial


Todos quieren cantar con Lucky Daye, es el Cantante de Góspel. En la calle brillan los colores
de la nación, amanece un séptimo día cualquiera y las aceras
van a llenarse de pisadas enérgicas, zapatillas azules y blancas, grises como un cielo
pesimista. Hoy, los letreros luminosos aparecen cegados por una luz
superior, se produce un contraste medicalizado, hepático.

Miles de personas poseídas por un viejo cansancio, partidarias del ajuste fino de la justicia
social, aquel presentimiento. Miles de bellezas
individuales contenidas en un sola idea, un vistazo al infierno
de la realidad.

Estamos destituyéndonos la ley, desarmando a la policía,
desamando a nuestros amados dioses. Solo queremos Ángeles de belleza inocente, seres
limpios y capaces, ávidos corceles galopando llanuras
industriales, nuevas voces felices como el eco del vacío verdadero.

Ahora, el Ángel ha contribuido a la ortodoxia, ha mortificado su imperio,
rodilla en tierra, ha servido a la comunidad. Ahora leemos los libros importantes,
los poemas de barro, atendemos a la Historia y sus procesos, combatimos al ritmo de la filosofía.

Sonreímos a la placa base del sistema, hemos permitido
un acceso directo a la verdad, soñamos con el vértigo y anotamos versos de Emily D. en las firmes
columnas del índice nikkei, destacamos entre el polvo de las revelaciones;
nuestra fortaleza es un cartel amarillo, una estrella insegura, nuestro color es el aire,
nuestra respiración oscila entre la salud y el protocolo
del apocalipsis.

Entonamos a coro la vecindad del fuego; todos queremos cantar. Todos somos
conscientes del próximo milagro. Esta mañana somos miles en el mundo. El futuro
será nuestra canción del verano.



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