miércoles, 3 de noviembre de 2021

a mil euros la verdad

 

Nos autodestruimos. Zombis con vaqueros andrajosos a mil euros la unidad, (¡quítaselos!). Rascacielos
montañosos bifurcan el horizonte, estratifican la contundencia del espacio, se consolidan. El Jefe
de la M ha ganado las elecciones, pero no se presentaba
ella, así que habrá que repetirlas.
 
El poeta lee las aventuras del adolescente
Savenko en una reestructuración de su propia personalidad. Ah, el socialismo
en un solo jardín.
 
Bandadas otoñales
riegan la sombra con su aguada repentina y cortoplacista; camiones que pasan
rumbo a una península de tedio, sin música ni radiactividad.
 
En la música todo ha cambiado; ahora se escuchan
los pasos en falso de la distancia desde un norte global que desconcierta. Vuelve el siglo XXII
con su influencia gripal, su destronamiento inmediato; suena a un infinito cuarteado que no dura lo suficiente:
es tiempo de morir.
 
Esta canción dura lo que vale, son tres minutos y medio de reindustrialización sentimental,
tres minutos que personifican un baluarte inexpresivo, como una fase REM actualizándose
al ritmo unánime de la próxima ovación. El teatro ha encontrado por fin una actriz a su altura (es una jugadora
de basket).
 
La gente no comprende que las melodías son estrictamente contracturas del aire (o del arte). Podemos
tomarnos en serio las ganas de llorar, podemos
autolesionarnos  o tomar grandes cantidades de barbitúricos, mirar la tv. hasta que nos retransmitan
hacia la eternidad. Oh, será como volver a desintegrarse en un verso
que no dé que pensar,  
uno que nadie haya escrito todavía.



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