martes, 19 de enero de 2021

cegador

 

Caminar con todo el peso de la ley sobre los hombros. Discurrir el ideograma
de alguien que está pensando el universo. Destiny® pastorea grupos locales y se le pronuncian los hoyuelos,
añade un clúster, diseña grandes atractores y apenas frunce el ceño, el bulto del espacio
apenas crea leves arrugas en su frente.
 
Cuál viene a ser el lastre de la conciencia. Al final será nuestra materia
oscura, el quid de la cuestión, la falsa alarma.
 
Ah, todo es futuro. Hombres que renacen como sombras, vástagos
celestes. La mejor construcción del futuro está en un libro, cada página nueva nos transporta: varados en la página
noventa, en la 200 bulle el porvenir, lo tenemos ¡al alcance de la mano! Esta máquina del tiempo que llevas
en el bolsillo, que puede arder también y puede ser almacenada,
coleccionada, percibida en el aire como un ritmo.
 
Burbujas de jabón sobre nuestras cabezas,
expandiéndose a la velocidad del horizonte, invadiendo otros músculos aéreos. Nuestro milagro
positivo, nuestra luz, nuestra crisálida, el mundo
dividido en escenas bien iluminadas, trazos vívidos. Tanta gravedad
acumulada (y sin embargo existente). El olvido es más real que la memoria –uno siempre conoce lo que olvida.
 
Nos saltamos veinte páginas y enunciamos la sabiduría
absoluta de otro momento fugaz, es como leer el periódico del día siguiente. Sabed que el futuro
se produce hoy, la mente se proyecta hacia la actualidad pero no acaba de sentir la resaca del vértigo.
 
Esa mujer encorvada bajo la carga
nominal de un pensamiento incómodo, ese niño que puede echar a volar, que piensa
con el cuerpo del gorrión, su despreocupado aliento. Pues la muerte es el único instante real, la única
fortaleza de la vida.



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