domingo, 17 de enero de 2021

en racha

 

Viajar. El cuerpo humano es un itinerario
marcado con cruces, desdibujado. Las aeronaves del silencio modulan su tránsito, los insectos
aclaran su papel, desbrozan la realidad a golpe de columna, golpe de antena, a correazos
metálicos y alas vírgenes.
 
Se extiende y deja de ser tan comprensible, no se entiende por qué
las avenidas cruzan los brazos y se alejan. Vamos por la calle y Destiny® hace un poco el tonto,
birla un par de carteras, canturrea una canción rusa del verano, aprende
a conducir el camión de la basura.
 
Arriba, un pájaro incide en el sol de mediodía, pisamos agujas de pino y agujas
hipodérmicas, bailoteamos el último hit de la navidad; en el cuaderno las líneas se han vuelto a caer
como el ADSL, este fundido en negro parece
universal. Caminar por el barrio es un deporte de alto riesgo, algo está
pasando que no se reconoce, los buitres ceden el paso, las madres salen de paseo, los árboles se han empachado
de azul.
 
Viajar al cuerpo humano envueltos en un parche de nicotina,
organizar un orgasmo. Tenemos el tiempo justo de dar la vuelta y huir, nos queda el espejismo,
basta con un discreto agujero en el tronco, un estornudo de felicidad. Somos
los últimos incomprendidos –Destiny® jura que no nos comprende. Haría falta un diccionario
esporádico, la incorporación de la palabrería exacta.
 
Ya que el texto es pernicioso
y falsable. Un bloque interno con ramificaciones, estatuas que remueven la mirada
(ese movimiento informativo). Visitamos el Amsterdam estatuario; hemos aprendido el idioma
pero no nos acaban de entender, hemos bebido alcohol y la gente se apartaba a nuestro paso, estábamos en vena.
 
Señal de que estábamos en racha, Destiny®. El mundo se ha fugado
esta mañana, la gente deambula procedente del futuro, los aviones toman tierra
como cuerpos calientes. Hay un eco que avanza
de la boca al sagrado corazón.



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