martes, 12 de noviembre de 2013

simple amor


Retrocede. El tiempo se pronuncia y retrocede
enhebrando su diente de tristeza. Hacia un momento simple;
simple como una declaración, un acertarse en pleno rostro
con un beso.
Es la hora de los labios que se duplican dentro de su ciudad perdida, labios hondos
para no hablar de amor.

Del suelo, se recogen los párpados,
la vista al frente de la voz, se recogen los sueños vacíos de sentido,
simples como una barricada en lo más alto.

Ella reconoce el momento
-perseguido a ojos ciegas- y profana el silencio con su débil anuncio.
Su tibia soledad se aproxima al extrarradio del tiempo,
donde todo sucede una vez más.
Al fin, dice Te Quiero con la mirada puesta en aquel cuerpo oscuro.
A la luz del sol, es libre de adoptar la sencilla claridad de su ídolo.

Él recoge el sonido con las manos muertas
y se maravilla del trazo robusto pero anómalo en el aire,
la forma oculta que emerge de golpe,
sin intermediarios.

El fuego se hace eco
de la palabra
e ilumina la salida del templo. Un pájaro frota su imagen contra el espejo del mar
y los diamantes saltan como negros relámpagos.
Los ojos redoblan su promesa.

Retrocede. El día se repliega hacia la noche
que promueve su fosa de color.
Las almas recuperan su grandeza. Y todo es inocente, simple hasta la náusea de dios.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores