lunes, 26 de abril de 2021

teatro de espinas

 

Este idioma es un espectáculo espinoso, puedes tocar
el dolor (con dolor). Este verbo adquiere penumbra, se trastoca. Cocinamos el verso
como si fuera un trozo de vida, con miedo. Esta lengua nuestra ―alta en la escala del pánico―
transpira un sudor debilitante, carga con la sabiduría de la gente.
 
Escribir sin angustia carece de mérito. Nuestra lengua es el miedo, colosal y discreto,
amortajado, nuestro verso es un trance apenas bendecido por las barras del KRIT, un catálogo
razonado de miserias sin límite.
 
Laura ha quedado encantada. Ha salido despedida. Ha huido como alma  
―alma que es. Necesitábamos un refugio urgente, docente. Destiny® nos ofrecía sus alas místicas, su santateresadejesús,
su maríamagdalena: allí nos alejamos. Lejos del mundo
la música se oculta, los nombres evocan el pasado y la ausencia.
 
No necesitamos crítica; nos urge una opinión
molesta, una falta de respeto, un cataclismo moral. Este idioma
al rojo de las emociones, dulce aurora (boreal), autónomo pero (demasiado pesado) algo innisfree, menos real. Nadie
conoce el andamiaje de esta roca que mana y se reproduce
y muere en las tablas de un teatro de títeres.
 
Nota bene: el poema lleva recargo como la lotería de navidad. Nos consta una barbaridad de formatos,
gamas de obsolescencia programada, patrones que confían a ojos vistas en su amplitud
explosiva, puros excesos del pensamiento que ama.
 
Verificamos la parte científica del espíritu y la plasmamos a toda máquina;
crujen los ventiladores, echan humo las rotativas, el aire acondicionado arde como un pequeño
bosque imaginario. Este lenguaje parece insustancial, no tiene
nada que ver con el ideograma general del mainstream, su balbuceo
trascendente.
 
Pero todos se marchan, el mundo hace aguas. Conste que habíamos avisado
del mundo.



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