viernes, 14 de mayo de 2021

la terrible belleza de toda una nación

 

Y la noche aterriza en un solar vacío ―y nos hace el vacío― y ya tenemos
un nudo de soledad deshecho en la pizarra, la teoría inter-universal, el todo, el prístino
corazón del corazón*.
 
Viajar hacia la consumación de la industria, el cenit de las fábricas
mineras, chimeneas gigantes, hangares y máquinas, infatigables máquinas
bizarras. Consumar el hecho contaminante, debilitar el músculo de la ecología, inocular un virus
mutante en cada brizna de hierba.
 
Somos lo que soñamos. Somos el círculo
perfecto que se subdivide en pompas y burbujas, invade los arroyos,
desciende como un ángel granizado. El mar nos da la espalda, nos evita, mira en dirección a nuestra ausencia,
absorbe nuestra dignidad culpable, se marea
de tanto volver la vista atrás.
 
En el lienzo de la vida hay demasiada oscuridad. Aparece la belleza de Laura, sus hoyuelos (sonríe),
su pelo recogido. Vamos escalando nostalgia, deambulamos por los restos de la felicidad
entre hierros y neumáticos, espadañas y humo de barril.
 
Nuestra noche no es eterna, avanza como un águila hacia la claridad
infinita de los números con un pequeño cielo por delante, un paraíso circular. Bajo sus alas,
el Báltico y su memoria, el frío y sus estratagemas. Rememorando el terrible herbazal de las tierras altas, la vis
selvática de esta frágil naturaleza.
 
Recordamos ahora la sombra del soberbio futuro, aniquilamos las leyes
últimas de la física con una sonrisa casi real, ahora la singularidad
engulle la materia de los sueños y todo está vacío, tan solo queda un rostro suspendido en la nube del ocaso
y una rosa que aprueba nuestra historia.
 
 
 
* La expresión "el corazón del corazón" remite a un concepto matemático acuñado por Alexandre Grothendieck y extraído del libro 'Un verdor terrible', de Benjamín Labatut.



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