¿Quién asiste al hundimiento
de una emoción? La muchacha se incorpora ―ha estado tanto
tiempo de rodillas―, desde su puesto privilegiado
observa la machaconería de las instituciones, cómo el odio sobrevuela las
manzanas
podridas de la capital.
crucial burla ese momento ebrio de la noche, su destacada
improvisación. Hay una especialista
en el mirador (ajena a la estampida de las almas), alguien que sostiene
un libro entre las manos (ya flaquea).
hace un frío que es como un armatoste de origen desconocido, como un
andamio
elevado en el silencio, hace un frío
r e v o l u c i o n a r i o.
puestos sobre el humo que va cebando monstruosidades
por los túneles; hay una sauna abierta donde los profetas inspeccionan
aberraciones y prolongan el escarnio.
es un continuo entre el verde hierba de la hierba y el negro puro de la
redención, entre el desencanto
y el azul.
dentro del poema, la disonancia del mundo la conmueve de forma
extraoficial, no memoriza el nombre de las gangas que se anuncian en los
escaparates ni anda
figurándose el mal entre las sombras; viaja
despacio y permanece a salvo
de la monotonía.