sábado, 24 de julio de 2021

el síndrome cocteau

 

Sobre Bukowski:
atendemos a nuestros admiradores. El poeta se esmera, difunde
inexactitudes como cielos empedrados, miente en todos los colores del espectro. Ha patentado
un letrero luminoso encomiable, escrito en ruso, da igual.
 
La cuestión de la diversidad geográfica
y neumática de la poesía, su contorsionismo ideal. Hay una larga
tradición de redentores, tipos altos de largas zancadas, tipos naturales y deportivos, con ese idioma
atrevido y esas recomendaciones.
 
Suponemos que la gente
no entiende de ángeles ―lo que nos interesa. Conjeturamos en varias lenguas,
pensamos en francés chapurreado, por eso nuestros cálculos
son indescifrables.
 
La escena
siguiente presenta un derivado de la noción artística y sus refritos decimonónicos, su top estructural.
 
Pero la hierba asciende ―humareda celeste― húmeda y característica;
neoplatónica, no entumece, clarifica
la visión, cualquier estampa de una mañana de domingo cualquiera, una protegida por un ramal
de pinos entusiastas, un recodo de aristas y agujas
milenarias.
 
Sobre el poema tenemos una impresión
liberticida, un insecticida literario, una misión atroz; soñamos con el ala
izquierda, tomamos café en la mejor compañía: alguien nos soplará una historia que no sea metáfora
de ningún presentimiento.


Cuaderno de apuntes de JW Turner

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