viernes, 16 de julio de 2021

en el mundo

 

Oh, es un viaje de verano, el mítico sueño
aeroespacial; damos la vuelta al mundo en una nave soviética, sobrevolamos
el Báltico y su profundidad, todo por (ella). Su dacha
es un pronóstico acertado, apartado. Hemos ganado la lotería ―apostamos todo al rojo.
 
La cuadrícula se impone como haz de rayos láser que impide el robo del siglo, tal vez como
cuaderno infantil.
 
El pasado es un objeto no identificable (punto), se camufla entre la parodia
escénica de la realidad, oculta sus necesidades, su proceder obsesivo-compulsivo. En el pasado
hacía un calor de oficio, desmesurado, también un frío
cuaresmal, bautismal, invertebrado y próximo. El tiempo
es tiempo porque bulle de intensidad,
luego acontece.
 
Nuestro viaje no es en tren (es en tren, pero no en el transiberiano). Nos quedamos a mitad de camino,
dentro de una burbuja orgánica. Nos quedamos encerrados en el baño, nos
bajamos en una parada tan inexacta como un despeñadero. El caso es que la máquina
nos ha mirado a los ojos, ha escupido
toneladas de carbón.
 
En el mundo
ella toma el sol sobre la hierba desproporcionada del Parque; su piel
absorbe la temperatura, las nubes que transcurren,
los tibios segundos de la eternidad.




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