viernes, 29 de junio de 2018

acuartelados


Charlan y la entrevista es formal, casi profética, se conceden palabras
como premios gordos que sobresalen entre el magma de interrogaciones. Oh, no se equivocan, repasan la poética,
la escena, el rango estrafalario, a sus ojos
olímpico y redondo.

El árbol se ha tatuado un corazón; pero el Parque se ha negado, se ha desdicho de la cultura y sus aberraciones
legales, su contemporaneidad. Aquí,
Jordan habla con Gris, de sus labios emerge un idioma nativo. Ella interrumpe a los escritores,
junta sus manos, arranca briznas de hierba,
fuma y salpica todo con un aerosol
espiritual                      
                           movimientos espasmódicos, típicos de la medicación interrumpida
                           (zanjada como una conversación interesante).
                          
Cierta poeta esencial observa que no todo es poesía
y consigue un buen poema de ese modo, contrarrestando. El caso es ir en barco (y etcétera),
navegar un buen trecho sin rumbo suficiente, ser monitorizado por alguien. Existe un radar
literario que no funciona a la perfección, que no funciona
más que con Ferdydurke y sus notoriedades. Algo que te masifica y te derruye y te paga la contribución de manera
que quedas acuartelado en el mainstream, derrotado por una copia
calcada del peor paraíso imaginable.

Jordan habla y Gris escucha con los pelos de punta, exterioriza una afición carnal, canina,
un animalismo provechoso. Entre todo ese horizonte tan vernal, las vías comunican plazas incomunicadas,
celdas acolchadas, pasillos en orden. Puede atisbarse un campo de amapolas regado por la noche,
mordido por una punta de estrella.

             La  poesía se incorpora al sonado epitafio terrestre con magnífica disposición,
             estremece sus bracitos cortos, obesos y salvajes,
             parece tan histriónica haciendo ese ridículo pegajoso, para horror de los beatos beatificados por el Arte.

Y Jordan que escribe en inglés (y que se jodan), pero le sale un spanglish
de estropajo con su lengua de estraperlo, una resurrección indemostrable, Ángel eterno que se ha reblandecido y muere
en un extraño de la literatura.



Bansky

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