martes, 28 de julio de 2020

cinecittà


cine en casa


Esta ciudad arrugada, fantástica
sin mar, este rectángulo homicida
de luz acartonada. Tenemos el encuadre excelente, objetivo
celeste, la teleportación más afinada.

Sobre las estrellas, cabalgamos. Desembocadura y cuerpo, esta es Cinecittà,
la ciudad arrogante, madreperla. Aquí
vestimos todos el hábito del KRIT, su marca es nuestra
inconsolable corrupción.

Barrio se escribe con sangre, entra por los ojos; el barrio
es un transeúnte, nómada del acero, ah, corre el hierro por sus venas
heroicas, nada la luz.

Nada de luz, acabamos rendidos en un talud de la autopista; desde donde se ven las navidades,
también las atracciones. Es un Parque reunido en un solo deseo,
untado de verdura.

Qué fortaleza, alguno que ha orquestado su propia
reverencia, su terco aggiornamento; está la dignidad de las personas, está el mundo
horrible de la gente, están las apariencias incineradas en el crematorio anejo al cementerio municipal. La ciudad
que se consume lentamente, sola,
que solo tiene ojos para el cielo.



chatarra express


Chatarra que se escapa de la obra
flexionando sus latas oxidadas, humo que arbola la carpa de tejados
oscuros y agrietados, agua que se filtra, se mece entre las quebraduras, bordea la humedad
sencilla de los cuartos.

Cada pared, un museo
sin alma. El agua ronca como un pequeño murciélago, es algo nostálgico,
tremendamente insustancial.

Así los niños vaguean satisfechos, hacen
la tarea por los suelos, juegan al balón con un peluche
deificado.

En el supermercado han acaparado la leche condensada, se han acabado las tonterías; incluso
hay un cometa en la caja número cinco, un pararrayos
en la número tres. Tomates de oferta, una fundación granada,
acuífera, limones y sal de mesa.

¡Ponte, mesita! Poner la mesa
supone un esfuerzo interrogante, una aproximación a la magia,
¿quién pone el pan encima de la mesa? Es la pregunta que llevamos haciéndonos
un millón de años. Es el mundo, el mundo pone el pan
encima de la mesa y luego se lo come sin dejar ni una miga,
ni una mísera miga de pan.


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